Capítulo 18- A mitad de la verdad

704 59 7
                                    

Querida Alaska:

Todos los días me pregunto qué fue lo que hice para conocerte, para tener la dicha de admirarte sin sentir remordimiento. Bueno, al menos antes de joder nuestra maravillosa relación y hacerte sentir de la peor manera. Sé que ya te pedí perdón, pero vuelvo a hacerlo porque no sabes cuánto lo siento. Perdón, Alaska, perdóname en verdad.

Es por eso que a partir de esta carta empezaré a contarte poco a poco lo que pasó. La persona que hoy conoces comenzó a florecer cuando estábamos saliendo. No fue un cambio drástico, fue de poco a poco. Pero primero quiero hablar un poco de nuestra relación, cuando ya éramos novios.

¿Recuerdas cuando te pedí que fueras mi novia? ¡Oh, fue el mejor momento de mi vida!

Te había dicho que iríamos a ver una película y en lugar de tomar el camino que siempre tomábamos te pedí que nos fuéramos por el parque que estaba a pocos minutos de tu casa –el mismo en donde te hice la cena en donde cumplimos nuestro primer año de noviazgo.

Mientras te llevaba yo moría de nervios porque no sabía si te me dirías que sí o no. Ya habíamos pasado por ese momento en el que uno se dice el uno al otro que se gustan, pero aun así temía por tu respuesta.

Cuando llegamos al parque te pedí que cerraras los ojos y te coloqué una venda para tu sorpresa. Caminamos juntos (con las manos entrelazadas) hasta llegar al centro del lugar, en donde estaba tu sorpresa. Para poder pedirte que fueras mi novia le había pedido ayuda a todos nuestros amigos –en donde ya estaban Liam, Harry y Louis.

—¡Ya! ¡Quítate la venda!—te grité para que me pudieras escuchar.

Me había colocado a un lado de nuestros amigos para poder ver tu reacción en cuanto te retiraras la venda. Te quitaste la venda con el ceño fruncido y cuando tus ojos se abrieron noté como se iluminaron con asombro y felicidad. Veías la pancarta que había a mi lado izquierdo.

Alaska Deehan. ¿Quieres por favor, por favor, por favor ser mi novia? Prometo que si dices que sí haré mi máximo para no ser tan idiota.

Zayn y yo nos habíamos dedicado toda una tarde en hacer ese cartel de dos metros de largo por uno de ancho; habíamos escrito las letras en forma cursiva y de diferentes colores. Liam y Louis lo sostenían con orgullo a cada lado y con una sonrisa en el rostro. Lydia había hecho una canasta con lo necesario para un picnic. Y Harry me había hecho el favor de cortar un ramo de margaritas para poder dártelas (sabía que esas eran tus flores favoritas).

Di unos cuantos pasos hacia donde tú estabas, tenía una sonrisa en el rostro –pero era más de nervios. Te extendí las flores y vi como mi mano temblaba ligeramente debido a la emoción. Las tomaste y me viste con esos hermosos ojos azules que tanto me encantaban, que desde un principio me habían llamado la atención.

—¿Y bien? ¿Qué dices? —te pregunté cuando tomaste el ramo.

Me viste por otros segundos más antes de que las comisuras de tus labios se elevaran de poco en poco. Después, recuerdo que escuché como soltaste una sonrisa nerviosa al tiempo que desviabas tu vista al suelo. Yo seguía ahí, como un estúpido, esperando tu respuesta.

—Sí —dijiste apenas en un susurro. Ibas a seguir hablando, pero te callé con un beso.

Me acerqué a ti con rapidez y coloqué mis labios sobre los tuyos. Era la primera vez que nos besábamos y había sido justo como me lo había imaginado. Tus labios siempre han sido cálidos, suaves y delicados. Cuando los sentí por primera vez sentí las estúpidas mariposas en el estómago y una sonrisa se hizo presente en mi rostro.

Through the Dark || Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora