Capítulo 4

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Ambar:

Guardo el violín en el estuche después de que acaba la práctica, una de las chicos que también usa el violín en la orquesta se me acerca.

—Es el cumpleaños de uno de los chicos e iremos a cenar.. ¿Te apuntas?

Aprieto los labios.—Quisiera, pero.. ya quede con mi esposo y..

—Vamos, jamás puedes quedar con nosotros.—Me dice y mira detrás suyo, donde a unos metros se encuentran charlando los demás miembros de la orquesta.—Algunos sienten que no te conocen.

—Es que quede con él y...

—Tienes su teléfono ¿No? Yo puedo avisarle.

¡No por favor!

—No..

Su mano se ubica en mi hombro.

—Vamos.—Sonríe.—Te divertirás, te lo aseguro..

—Yo...

No sé cómo no intuí esto, aun cuando sé que Kellan suele venir a vigilarme a la práctica tres veces por semana, pero creí que como ayer vino, hoy no lo haría.

—¿Qué haces tocando a mi esposa?

El corazón se me acelera, Kellan se acerca muy rápido por detrás de mi compañero, sube al escenario que es donde nos encontramos y le planta un puñete en el rostro, tan tosco que el cae al suelo y una de las chicas que lo ve grita con horror.

—¡Kellan!

Se abalanza sobre él y comienza a golpearlo no una sino muchas veces, vuelven a gritar y todos se reúnen.

—¡Kellan, ya detente!.—Le grito, pero no oye, no me oye.—¡Kellan, por favor!

Veo la sangre y tengo que cubrirme la boca con la mano, Kellan sigue golpeándolo hasta que la seguridad del teatro donde entrenamos viene y lo separan de él.

Mantengo la mano en la boca y él se dirige hacia mi mientras todos los observan con horror y miedo, intentan ayudar al pobre hombre en el suelo, Kellan me toma la muñeca bajando mi mano de mi boca y tira de mi hacia la salida.

Incluso aquí, él ha hecho eso.










(*)













A tirones me lleva de rastras a la casa después de bajarme del coche, abre el cerrojo de la puerta con una sola mano y me hace entrar, enciende las luces y me lleva hasta la sala, empuja mi cuerpo con fuerza y caigo sobre el suelo, intento levantarme y retrocedo apoyándome sobre el mueble.

Residuos de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora