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Minhyuk vivía solo desde hacía seis años. Se fue a vivir a la gran ciudad cuando cumplió sus dieciséis. Aún recordaba el día que había huido de su hogar sin dejar ni siquiera carta de despedida.
Minhyuk había pensado aquella huida de casa cuando tenía trece, su plan era irse y valerse por sí mismo a esa edad pero el miedo lo carcomido al final y así era cada año, porque sabía que haciendo aquello entraría al duro mundo de los adultos y pase a qué su mejor amigo Kihyun que cabe mencionar es tres años mayor que el; trato de alentarle porque después de todo no podía evitar aquella tormenta que lo seguiría probablemente gran parte en su proceso de adolescente a adulto.
Pero al final el rubio termino prolongandolo todo por temor. Pero igual siempre movía alguna carta en su jugada sin sentido. En todo ese tiempo Minhyuk había decidido prepararse mentalmente para cuando llegara el momento y también para conseguir algo más de dinero para poder mantenerse en la ciudad.
Recordaba perfectamente que en su cumpleaños número dieciséis ya tenía una mochila lista y nada lo detendría. Estaba seguro que su madre no se preocuparía y no se iba a esforzar por encontrarle pues la mujer estaba sumergida en sus planes fracasados de casar a su hija la mayor para asegurar el futuro económico de su familia. Por lo tanto Minhyuk no era tan importante para su madre tanto como para su hermana que se dejaba hacer sin reprochar pasando de él y su gris realidad.
En fin, de saber que acabaría en estás condiciones hubiera preferido quedarse en casa de su madre y vivir como alguien invisible por más tiempo, por lo menos hasta que concluyeran sus estudios. En todo caso, ya era demasiado tarde ¿No?
Sus condiciones de vida ahora eran deplorables pero no podía invertir mucho en ello pues apenas y le alcanzaba para pagar los gastos de su mediocre casa y algo de alimento. Sin sus estudios concluidos no pudo conseguir un buen empleo, así que se ajusto a lo primero que encontró.
Empezó a trabajar en una tienda de veinticuatro horas dónde su turno comenzaba a las seis de la mañana y acababa a las cuatro de la tarde y de ahí se dirigía a su otro trabajo mediocre que era una cafetería donde él café siempre sabía más amargo de lo usual y donde él pan siempre estaba duró.
Llevaba el mismo tiempo trabajando en ambos empleos y aún se sorprendida pues el tiempo no parecía pasar de verdad. Para el todo se había quedado en el año dos mil trece o quizá el se había quedado en ese año y realmente todo había cambiado pero estaba tan ocupado como para notarlo y hacer algún comentario sobre eso.
El rubio bostezo por tercera vez en aquella noche. Hoy jueves era su único horario diferente. No trabajaba en la cafetería pero su trabajo en la tienda empezaba a las ocho de la noche y terminaba a las cinco de la mañana, estaba cansado y quería dormirse ahí mismo pero ponía todo su empeño para impedirlo.
Ya eran las cinco y veinte y su estúpida compañera no llegaba, ¿Quien se creía?. Minhyuk sobo sus sienes antes de suspirar sonoramente y escuchar el ruido de la pequeña campana cuando la puerta era abierta.
