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Después de haber hablado con la aldeana y conversar sobre algunas cosas relacionadas con el baile, su tienda por fin estaba acabada, tal vez no era muy grande o espaciosa para el gusto del erizo (que ocupaba ciertas comodidades para correr a su antojo), pero sí tenía lo suficiente para instalarse y, claro, no se olvidaron de agradecer de nuevo a la chica tejón.

Con una pequeña cocina portátil en sus manos, Tails se pudo sentir aliviado de lo que comería no tuviera ninguna sustancia toxica ya que él mismo sería el que cocinaría lo suyo. Sonic lo miró con curiosidad mientras veía como picaba las setas para luego cocinarlas.

—¿Qué haces?

—Mmm... No sé, ¿setas a la tails-andesa?

—¿Eso fue un chiste tan siquiera?

—Oye, yo no me burlo de los tuyos.—Frunciendo el ceño, apuntó hacia su compañero con la pala de madera, alardeante.

—Hey, más cuidado, puedes matar a alguien con eso.─mencionó burlón, con la única intención que de hacer reír al doble cola, algo que logró a medias.

─Callate, en cuanto menos lo esperes llegaremos salvos a nuestras casas gracias a esta cosa.

Al momento en el que dijo eso, su mente se desconectó de la realidad para recordar algo que hasta ahora le hacía impacto en su máxima capacidad.

─"Pequeño Miles se merece otra vida, tu también la mereces, pero no conmigo. Sé que si lo cuidas muy bien, él podrá mantenerse solo."

Longclaw no quería que Tails viviera con ella, por lo tanto, lo que él conocía como hogar era una completa mentira.

Aquí el mayor dilema que ha tenido hasta ahora fue decidir si hacerse responsable y decirle la verdad, algo que ni siquiera él podía explicar con las palabras adecuadas porque sentía que era demasiado pequeño para cargar tal independencia, no dudaba de su ingenio, no, pero temía que lo tomara de mala manera. Por el otro lado, si no decía nada en ningún momento entonces sería Longclaw la responsable de sus palabras, alguien con cuya cordura y estabilidad mental estaba en duda, pero que después de todo era su madre.

Después de haber hurgado en su subconsciencia, se dio cuenta de que daba completamente igual su decisión, Tails no reaccionaría de buena manera, obviamente no, pero tarde o temprano tendría que aceptarlo, y mamá búho era la más acertada para empezar la conversación.

—¡Sonic!

—¿Mhp? ¿Qué?

—¿Quieres o no?—cuando reaccionó, visualizó al menor alzando una chucharada de su porción de la comida con un leve entusiasmo que trataba de ocultar bajo esa mueca altanera, el cobalto no se había percatado cuanto tiempo estuvo meditando en su propio mundo.

—La verdadera pregunta es porqué no.

Al mencionar aquello, abrió la boca para pegar un bocado velozmente sintiéndose como un niño de nuevo al que le hacían probar la comida cuando estaba con sus padres, no con Tom, quien de sólo recordarlo un sabor agridulce invadía su paladar, sino más bien con Maddie, quien siempre disfrutaba de ser el critico culinario en todas sus recetas.

─Mmm...¿Calemte?—pronunció con dificultad, debido a que aún masticaba aquel curioso níscalo.

—Sip, lo acabo de sacar.

—Um poco...¿jalao'?

—¿Tu crees que le puse mucha sal?—preguntó con la vista clavada en su comida, demostrando una decepción de sí mismo por su resultado.

Sonic tragó por fin el bocado, volviendo a hablar con naturalidad.

—Para nada, está perfecto.—dibujó una sonrisa pura en su rostro, algo que inexplicablemente imitó el contrario de forma avergonzada.

Speed me up IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora