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El sol salió con una sonrisa para despertar al par de dormilones que todavía se negaban a levantarse a una hora tan temprana, pero al ver que no reaccionaban tuvo que tomar medidas drásticas y molestarlos con sus rayos deslumbrantes.

Scrappy salió de su pequeño escondite y golpeó el rostro del cánido empujándolo constantemente, al ver que despertó poco después, hizo lo mismo con el erizo.

Sonic bostezó para posteriormente estirarse en el suelo del sombrero de la seta, obteniendo una vista espectacular gracias al amanecer que se posaba en frente de él. Cuando terminó de meditar un poco, estaba listo para continuar su viaje encima de los hongos hacia lo desconocido.

—¿Qué crees que haces?—le interrumpió el menor.

—Pues caminar, ¿no es obvio?

—No vamos a ir arriba, eso es algo que él quisiera que hagamos, debemos continuar abajo.

—¿Qué? Eso es—Sonic se interrumpió a sí mismo, pensando en que apenas se habían perdonado como para volver a estar enojados por un berrinche. —¿Sabes qué? No voy a discutir contigo, arreglemos esto como los verdaderos hombres lo hacen.

 —¿Sabes qué? No voy a discutir contigo, arreglemos esto como los verdaderos hombres lo hacen

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—¡No es justo! ¡Cambiaste a tijeras hasta después! ¡Incluso Scrappy tiene evidencia de eso!

El erizo chillaba y bufaba del coraje, mientras en su rostro dibujaba un mohín disgustado, como el de un niño al que no se le da la atención que él pide.

El secreto está en conocer a tu oponente.—mientras que por el otro lado, Miles sonreía triunfalmente de brazos cruzados, sus colas expresando su diversión hacia el momento, se meneaban con fluidez de un lado para otro.

El apodado demonio azul suspiró con resignación, para bajar por los pies de las setas hacia la fogata, pues es ahí donde habían dejado todas sus cosas. De hecho, llegados a este punto es sorprendente que no les hayan robado nada, pero no vamos a hablar sobre eso ahora.

Cuando los dos tenían listas sus pertenencias y estaban subidos en sus transportes, Sonic detuvo al zorro antes de que empezara a andar.

—¿Quieres?—el recién mencionado alzó el empaque del chocolate, que sino fuera porque recién recordó que lo traía, ya estaría devorado completamente. Tails miró extrañado por un momento la golosina y pronunció con curiosidad:

—¿Qué es?

—¿¡Cómo no puedes saber qué es!? ¡Es casi patrimonio de toda América!—exclamó exaltado.

—¿Sabes qué significa patrimonio?—pronunció después de haber masticado el pedazo de chocolate que había agarrado, sabía la respuesta a su pregunta, pero dudaba que el otro la supiera.

—No... Pero suena importante.

El menor sonrió fugazmente ante el comentario del erizo, no lo quería admitir pero le agradaba conversar con él, incluso si sólo eran trivialidades y oraciones sin sentido. Sonic tenía un don para ganarse a su público.

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