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Esa noche en especial habían bailado todo lo que sus cortas piernas le permitieron, combinándose con la gente de la aldea y divirtiéndose como nunca antes, hace mucho que el cobalto estaba estresado por la culpa que tenía cargando desde que recibió las noticias de su más grande error, por el otro lado, Tails no era el tipo de personas que solía salir e importarle poco la mirada de los demás.

Literalmente tuvo que aprender a vivir evadiendo la mirada de los otros y ser silencioso.

Pero con la presencia del erizo, ese sentimiento de paranoia era fácilmente sacado por la puerta principal para no volver después de un buen rato. Sticks los encontró pasado unos minutos y no pudo evitar acercarse a ellos para comenzar a platicar de cosas triviales, normalmente diría que no podía hablar con el enemigo, y más si se trataba de dos hermanos de diferentes razas provenientes de un mundo desconocido.

Pero al fin y al cabo eran Sonic y Miles, así que el miedo era algo que no procesaba ni un segundo.

Eran un par de manchas de color sobre una pintura en blanco y negro, eso hizo que llamara la atención de la chica.

—¿Han probado el kombucha? Sabe delicioso.

—¿Es un postre?—preguntó el mayor.

La chica tejón rió ante el erróneo comentario del otro, cubriendo su risa con su mano y negando repetidas veces con la cabeza.

—No, no, es un té.

Dicho eso, llenó dos tazas grandes de aquel liquido marrón para entregárselos amablemente a los chicos, esperando su reacción. El primero en probarlo fue Sonic, pero cometió el error de beberlo rápidamente, sin esperarse que aquella bebida fuera extremadamente ácida y dulce.

—¡Cuidado!—gritó la aldeana, después de ver como el cobalto tosía y se lastimaba la garganta.

El segundo en probarlo fue Tails, quien a pesar de ver a su compañero casi morir en el intento, una voz egocéntrica en él le decía que lo bebiera para presumir de eso. Por lo menos no parecía toxica, suponía.

Después de dar el primer sorbo, una expresión de amargura se hizo presente en su rostro, asomando la lengua por la acidez en esta. Incluso con todo el sabor más fuerte que pudo sentir en su paladar, había una pequeña parte que le indicaba que estaba en su punto perfecto de azúcar, por lo que siguió tomándolo de trago a trago.

—No volveré a tomar esta cosa.—expresó con dificultad el apodado demonio azul, quien todavía le ardía la garganta.

—Es una bebida muy popular aquí, lo hacemos a base de hongos y la fermentación.

—Oh dios.—expresó nuevamente, puesto que le daba asco de tan sólo pensar el origen de lo que acaba de pasar por su boca.

—A mí me gusta.

Todos voltearon al cánido, emanando diferentes emociones cada uno por la postura que tenían al kombucha. El zorro posó su mirada a ambos y pasado un largo silencio incómodo finalizó.

—Sólo decía.

Después de algunos minutos el ambiente había vuelto a la normalidad como siempre. La musica en aquel lugar empezó a ser más llamativa, los músicos usaban instrumentos como los tambores, flautas de pan, kultrunes, sonajas, entre otros. Sticks no había mentido al decir que no se arrepentirían, aunque sí el hecho de haber dicho que no era una fiesta.

Sonic fue el primero en reaccionar a lo que sus orejas escuchaban y esbozó una amplia sonrisa sin igual, después giró y se enfocó en el piloto, quien no tardó mucho en darse cuenta de la presión de su mirada, frunció el ceño levemente, tratando de disimular una sonrisa que se asomaba gentilmente.

Speed me up IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora