8. Corazón Roto.

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Yo había llegado un poco más temprano a la reunión en casa de los muchachos, había pasado a dejar a Amelia a casa de mi hermana y me encontré con que iban de salida así que tuve que irme enseguida. Llamé a Rocco y dijo que estaba bien que fuera en ese momento, estaban cocinando y una ayuda no les vendría mal.

Pasé a comprar alcohol, bastante vale decir, y luego fui ayudar con las pizzas. Sólo estábamos Rocco y yo, Tomás había salido a comprar y los demás llegarían más tarde. Rocco consultó por Nano, pero a decir verdad, él no había dicho nada de que fuéramos juntos y cuando salí de casa él no se encontraba allí. Respondí que estaba estudiando con unos amigos, porque probablemente fuera eso, y además no quería que él consultara cosas incómodas.

Tomás no tardó en llegar y abrimos la primera ronda de cervezas. Yo les conté un poco de mi trabajo, de la niña y de lo estresado que había estado. Les pedí disculpas por lo que había pasado unos días atrás y les dije que algún día les pediría que se quedaran con Amelia. Ambos asintieron contentos y agradecieron la oportunidad de compartir con ella.

Minutos más tarde llegó Tiziano con una gran carga de alcohol. Preguntó disimuladamente si todo iba bien y asentí dándole una sonrisa, pero cuando no vio a Nano por ningún lugar volvió a verme, con seriedad.

—¿Dónde está?

—En casa, supongo. Él dijo que iba a venir, pero no dijimos de hacerlo juntos —respondí acercándome a la ventana para prender un cigarrillo. Lógicamente Tiziano me siguió.

—Entonces no está todo bien.

—Está todo bien —aseguré dando por finalizado el tema en el momento en que el timbre volvía a sonar.

Fue Tomás quien se acercó a abrir y pude ver el cabello castaño de Nano por detrás del cuerpo de mi amigo. Él sonrió dándole un corto saludo e ingresó de la mano, con Lupe.

Rocco, que se había asomado para recibir al recién llegado, y Tiziano me miraron inmediatamente al notar aquello. Sus dedos iban entrecruzados y ambos tenían una sonrisa en sus rostros.

Disimuladamente respiré profundo y sostuve mi mirada en ellos rogando que los otros dos dejaran de ver y estudiar mi reacción.

—Oh... —dijo Tomás con simpatía. —No sabía que venías acompañado.

—Fue de último momento —respondió Nano casual. Puso a la chica por delante de él y apoyó sus manos en sus hombros. —Ella es Lupe.

—Hola —saludó con voz suave y aterciopelada. Entendía porque era que Amelia le gustaba tanto.

—Yo —empezó Tiziano a mi lado pero me apresuré a tomarlo por su muñeca. No era el momento. Él estaba tenso.

—Mucho gusto —saludó Tomás con alegría. No es que él no estuviera contento, supongo que el único que no sabía de lo incómodo de la situación era él. —He oído mucho de ti. Soy Tomás.

—Yo también lo he hecho —continuó amablemente, con autenticidad. Era tan puramente transparente que ni siquiera podía sentir odio por ella... odiaba no poder odiarla.

—Vamos —susurré dejando el cigarrillo para empujar a Tiziano que me observaba con sus ojos entrecerrados.

—Lupe, ellos son Rocco —presentó Nano bajando su mano a la espalda baja de la chica —Tiziano y, bueno, ya conoces a Nacho.

—Un gusto —dijimos los tres dándole un movimiento automático de cabeza.

—El gusto es mío —sonrió mostrando su perfecta dentadura. Recorrió disimuladamente el lugar y se dirigió directamente a mí. —¿Lilí no vino?

Nítido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora