43. Manipulador Profesional.

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Cuando desperté Nano ya no se encontraba a mi lado. Lo podía oír moviéndose en la cocina muy cuidadosamente.

Fui por una ducha y luego por mi beso de buenos días. Nano sonrió antes de dármelo y señaló los tostados que estaba haciendo.

—A los muchachos siempre les ha gustado desayunar bien —sonrió acomodándose en mi abrazo. 

Me gustaba lo suave que se estaba volviendo a mi alrededor. Por ahora era cuando nadie miraba, pero antes no tenía ni siquiera eso. Él merecía mi reconocimiento.

Besé su nuca y lo dejé ir para poder prepara café justo en el momento en que la ducha volvía a sonar.

—¿Quién despertó primero? —quise saber curioso. Era muy temprano, apenas pasaban de las nueve.

—Estoy casi seguro que uno de ellos no durmió aquí —suspiró de mala gana. ¿Era eso siquiera posible? Yo no había oído nada.

Pasaron unos minutos hasta que un despeinado Gael apareció en la cocina largando un suave y bajo "Buenos días".

—¿León? —consultó Nano observándolo moverse hasta una silla y sentarse con su espalda dolorosamente recta.

—No sé.

—¿Cómo "no sé"? —continuó Nano con una mirada de "Hermano mayor enojado". Gael volvió a encogerse de hombros. —¿Durmió aquí?

—No sé.

—No lo cubras.

—No lo hago —respondió de mala gana. —Yo me dormí rápido, no sé si el siquiera se acostó Nano.

Nano rodó los ojos y volvió su vista al tostado que estaba por salir.

—¿Quieres tomar algo?

—¿Chocolatada? —consultó apático. Era increíble la falta de emoción en la voz de ese chico. Sí, se había enojado hacía dos segundos, pero ahora parecía como si nada hubiera pasado.

—¿Chocolatada? —repitió Nano mirándolo severo. —Tienes 18 años Gael, no eres un niño.

—Tengo 17 —retrucó.

—Nano, basta —pedí amable pasando por su lado en busca de la leche y el chocolate. —Si León se fue no es culpa de Gael.

—Gracias —susurró el chico cuando se encontró con mi mirada. No supe si había sido por la chocolatada o por el aporte.

—Ellos son

—Son dos personas independientes. Si León hace algo o si Gael lo hace es responsabilidad de cada uno Nano —continué un poco más severo. Nano mantuvo sus ojos en los míos y luego asintió.

—Lo lamento —aseguró a Gael que sólo asintió. —Y está bien que tomes chocolatada, lo lamento.

—Está bien.

Bajó su mirada nuevamente a la mesa y esperó tranquilo a que su hermano le entregara su tostado y yo la chocolatada recién calentada. 

Sus ojos brillaron cuando miró su desayuno, apenas, pero había algo de emoción allí. Claro que no duró mucho, León llegó en ese momento y tendió su mano a la comida de su gemelo.

—¿Tú también bebes chocolatada? —se extrañó Nano observando cómo movía el desayuno de Gael a su lugar.

—No, no me gusta tanto que digamos.

—¿Entonces por qué...? —Nano dejó la pregunta en el aire cuando recibió por respuesta un encogimiento de hombros. No hacía falta que lo diga. No le gustaba, pero sí amaba tomar lo que era de Gael.

Nítido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora