29. Incompatibilidad.

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Me tomó un poco más juntar el coraje para hablar con Tomás. Era obvio que Rocco y Tiziano lo sabían, pero tenía la gran sospecha de que Tomás no tenía ni idea de que Nano y yo estábamos en una relación... habíamos estado en una relación.

Habían pasado dos semanas de que Ben y Mark se habían enterado, y las cosas con Nano comenzaban a mejorar. No con respecto a nuestra relación de pareja, eso aparentemente se había terminado, pero por lo menos los momentos que compartíamos eran gratos y cordiales. Horribles. Pero cada vez se comenzaban a sentir más normales.

Ese día tomé a Amelia y le dije a Nano que iría con Eva para dejarlo estudiar y descansar. Pero yo no fui allí. Había hablado con Rocco para preguntarle si estaban en casa y si podía pasar por su departamento obteniendo una feliz afirmativa.

Llegué y de inmediato fui invadido por preguntas de parte de Tomás con respecto a Nano y Lupe. Quise gritarle en la cara lo duro que era para mí que él hablara de eso, pero no podía, yo quería contarle mi secreto, si Nano quería contarle el suyo pues bien, que fuera él quien lo hiciera.

Rocco se cansó de intentar pararlo pero Tomás parecía no escucharlo. Claro que cuando empezó a hablar de sus compañeras de facultad y las buenas candidatas que serían para mí, para que no me sintiera solo ahora que Nano había encontrado a "la indicada", le entregué la niña a Rocco y él agradeció el hecho de que le pidiera privacidad.

—¿Qué pasa? —consultó descendiendo la excitabilidad por encontrarme una pareja. Vio partir a su novio a la habitación y volvió a verme. —¿Por qué le pediste que se fuera?

—Porque hay algo que quizás tú no sepas, pero que Rocco ya debe saberlo. Él más observador y probablemente se haya dado cuenta.

—¿Qué cosa? ¡Tú ya tienes una novia! —exclamó excitado.

Respiré profundamente para no insultarlo y forcé una sonrisa.

—¿Es eso? ¿Acerté?

—No Tomás —respondí empezando a perder la paciencia. —Mira... yo no voy a conseguir una novia, porque en este último tiempo me di cuenta que no me gustan tanto las chicas ¿Entiendes?

—¿Cómo? —consultó perdido. —Pero si no te gustan las chicas... ¿Tienes pensado quedarte solo para toda la vida Ignacio?

—Eres tan lindo —dije sarcástico. —Mira Tomás, seré más claro: estuve en una relación con un muchacho y estoy más que seguro de que soy gay.

La cara de Tomás era para pagarla. Estaba atónito. No había ninguna expresión legible en él. Apenas estabas respirando.

—¿Es broma?

—No. Tomás. Tú me conoces, sabes que no bromearía con algo así.

—Pero tú... —pestañeó con rapidez moviendo sus ojos de los míos. Reflexionó un poco y volvió a verme. —Ignacio. En serio. ¿Estás jugando conmigo?

—Sé que es difícil de creerlo y más viniendo de mí que cuando tú saliste de clóset yo no fui muy amable, pero... pasó Tomás. Me enamoré de él y no hubo nada que pudiera hacer...

—Oh... —dijo más comprensible.

Respiró un par de veces mirando la nada antes de volver sus ojos a mí y sonreírme.

—Me alegro que me lo hayas dicho, sinceramente no me había dado cuenta... aunque no había manera que lo hiciera ¿No? ¿O la había?

Sonreí. Debería haber habido una manera. Pero con Nano actuando como actuaba era prácticamente imposible que alguien se diera cuenta, mucho menos alguien como Tomás.

Nítido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora