31. Dócil.

1.4K 180 79
                                    


Nos quedamos en la esquina de ese lugar durante unos largos minutos, hasta que pude forzar una sonrisa y Cristian me dio el visto bueno.

Antes de regresar a la mesa fuimos al exterior por un cigarrillo. Allí él me contó que había tenido una relación parecida, con un amigo. Cristian se había enamorado, el tipo era heterosexual y terminó dejándolo por una mujer con la que se casó y tuvo hijos. Cada tanto tenían encuentros sexuales, él lo había superado pero el sexo era bueno así que siempre volvía a sus brazos.

Quise decirle que si él seguía volviendo entonces no lo había superado para nada, pero nosotros no teníamos tanta confianza, no era yo el indicado para decirle. Así que simplemente regresamos al interior y noté de inmediato que Nano ya no estaba. Rocco fue quien me contó que él se había tenido que ir porque durante la mañana siguiente tenía que estudiar para llegar bien a la noche. No insistí más, él había estado para saludarme y eso había suficiente.

Cristian y yo nos acercamos al bar y nos entretuvimos charlando un poco más. Me contó que él era amigo de Josh y que de esa forma había conocido a Tiziano. Me pareció extraño que Tiziano frecuentara a los amigos de otro muchacho, pero no dije nada, antes de que estuviera encerrado en su casa o desmayado en el baño de algún boliche, cualquier cosa estaba bien.

Le pregunté por Josh y me dijo no sabía, pero que le parecía que tenía de visita a su familia. Me sorprendí un poco, hasta donde yo sabía él no estaba en contacto con ellos, pero bueno, no es que lo conociera tanto tampoco. Josh y Tiziano eran muy reservados con sus vidas privadas, así que no sería de extrañar que en realidad él sí estuviera con alguno de sus familiares.

Rápidamente llegaron las tres de la mañana. Los demás insistieron en continuar la fiesta en un lugar más movido, pero yo me negué. Tenía muchas cosas que hacer durante el día siguiente y quería llegar bien a la noche. Algunos se decepcionaron y otros asintieron comprensivos, pero finalmente me dejaron ir.

Cristian, quien había dejado de beber hacía mucho rato, se ofreció a llevarme a casa. Él estaba con vehículo y afuera hacía mucho frío. Podía haber tomado un taxi pero en realidad yo quería extender su compañía un poco más; él había resultado ser bastante maduro y simpático, además de ser guapo, claro está.

Estábamos a unos diez minutos, pero él condujo despacio hasta llegar al edificio donde le había indicado. Aparcó el vehículo en la vereda y me sonrió suavemente. Yo lo observé, dudoso y me acerqué a sus labios.

Por supuesto él no me rechazó, lo había dicho desde el principio de la noche, yo era de su gusto.

Una de sus manos se posó inmediatamente en mi nuca y tiró para que estuviera más cerca de él. Sus labios era más gruesos que los de Nano y tenía la barba un poco crecida. De inmediato me comenzó a picar y no tardé en apartarme, incómodo.

—Lo lamento...

—No hay problema Ignacio —aseguró amablemente limpiando mis labios con su pulgar. —Recuerda llamarme si terminas por olvidarlo —asentí dándole una sonrisa. —Lo bueno es que volviste a tu casa y no te fuiste corriendo a sus brazos ¿No? Esa es una buena señal.

—Sí... —dije intentando contener la risa. No es como si hubiera corrido a sus brazos, pero nosotros vivíamos juntos así que...

Me tragué las palabras y me despedí para descender del vehículo e ingresar rápidamente al edificio. Di un salto cuando vi a Nano sentado en el sofá, pensé que realmente era un examen importante para que estuviera estudiando a esas horas. Nano siempre había sido madrugador, nunca había sido bueno estudiando de noche.

Nítido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora