Eva llamó temprano en la mañana. Fue dura cuando dijo: "Ven inmediatamente aquí. Ahora".
Pensé que había pasado algo con Amelia, así que me vestí rápidamente y corrí al lugar que por fortuna sólo estaba a diez cuadras. Golpeé la puerta mientras recuperaba mi respiración y esperé a que Eva llegara a mí.
—¿Qué pasó? —consulté con la voz entrecortada.
—Esto —dijo tirando de mí y llevándome a su lujosa sala.
La casa de ella era enorme, con muchas habitaciones. En ese momento se podía oír a los niños divertidamente en la cocina. Pero a la sala donde me había arrastrado sólo estaban Tiziano e Ignacio, dormidos y apestosos.
—Llegaron anoche, completamente borrachos.
—Oh —dije apretando mis labios para no reírme. Ella se veía linda en bata y enojada. Tenía algunos rasgos parecidos a los de Ignacio, pero en realidad era más parecida a Gigi. Me gustaba Gigi. —¿Qué quieres que haga con ellos?
—No lo sé, que te los lleves de mi casa. Mis niños están en la cocina, no quiero que vean a su tío de esta manera lamentable —dijo haciendo pucheros.
Sonreí bajando mi cabeza al suelo y me acerqué a los muchachos. Tiziano estaba sentado, con su cabeza echada hacia atrás y Nacho estaba acostando, con su cabeza en el regazo del primero que tenía una de sus manos en su cabello. Yo sabía que entre ellos no había nada, que eran amigos, pero no por eso dejó de molestarme la intimidad de ese gesto.
Respiré profundamente y me senté en la mesa ratona, de frente a ellos.
—Muchachos —dije con voz alta. Ninguno de los dos se movió. Ellos estaban detonados. No se veían tan mal cuando Lupe y yo abandonamos la casa. Seguramente habían continuado bebiendo un poco más, pero no allí. Cuando Tomás preguntó si habíamos llegado bien dijo que se estaban yendo a dormir también y recién pasaban de las cuatro de la mañana. —¿A qué hora llegaron?
—A las siete. ¿Tú no estabas con ellos?
—Estuvimos, pero luego me fui a casa.
—¿Ustedes están peleados? —consultó con cuidado. ¿Acaso él no le había contado nada?
—Esa es una buena pregunta... pero, supongo que no. Que estamos bien —dije respirando profundamente. Sí. Peleados no estábamos propiamente dicho, nos encontrábamos en una situación incómoda en donde los silencios eran difíciles de llenar y él estaba particularmente irritable. Bueno, lo estaba hasta hacía una semana atrás cuando explotó en llanto y me dijo cómo se sentía. —Sólo estamos pasando "un momento". Pero no te preocupes.
—¿Qué no me preocupe Nano? ¿Es en serio? —largó con enojo. —Yo nunca había visto a mi hermano en ese estado. Claro que me preocupo.
—Vamos Eva, no exageres. Hace más de un año que Nacho no sale a divertirse, se le pasaron las copas, Tiziano lo animó y terminaron así. No hay nada malo.
—No hay nada de malo —repitió burlona mirándome con sus ojos entrecerrados. —Ignacio quiere que seas feliz así que más te vale que lo seas. Ahora. Despierta a estos sujetos, llévalos a sus casas y luego, más tarde, ven por Amelia.
—Sí señora —dije y ella me miró aún más feo retirándose definitivamente del lugar. Me incliné hacía Ignacio y quité cuidadosamente la mano de Tiziano de su cabello. —Oye... —acomodé el alboroto que tenía y sonreí. Hacía mucho que no lo veía así. —Nacho...
—Mmm —se quejó apenas consciente.
—Oye... —insistí consiguiendo un fuerte suspiro. —Debes despertar... debemos irnos.
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Nítido.
Teen FictionSiempre que algo es difuso y los límites no son claros todo se vuelve confuso. Es por esta falta de nitidez en su relación que las cosas poco a poco comienzan a complicarse. ¿Podrán estos dos muchachos poner los puntos sobre las íes o todo quedará...