Capítulo 18.

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—Ulquiorra...- dijo la pelinaranja al abrir la puerta y mirar al ojiverde parado frente a su puerta.

—Mujer... co...-

—Mamí! ¿Quién es? – pregunto el pequeño niño abrazando las piernas de su madre, mientras miraba a aquel hombre de cabellos negros, con unos jeans azules, camiseta blanca y con un polerón gris encima.

—Oh Kazui- Orihime lo coloco frente a ella y lo miro a los ojos —recuerdas que mamá te conto de su amigo... de Cifer-san-

—Ah! ¿es el mamá?!- le pregunto emocionado mientras lo miraba de inmediato con un brillo muy similar al de su madre.

—Si- le sonrió ella en respuesta-

El pequeño se colocó frente al pelinegro y le extendió la mano —¡Mucho gusto, Kazui Kurosaki, es un placer! - también sonrió ampliamente el jovencito, obviamente a Ulquiorra le pareció un poco curioso la formalidad del niño y el aura muy similar al que desprendía su madre, sin duda, ese niño era igual a ella, noble y amable, sobre todo.

—Un gusto, Ulquiorra Cifer- le dio la mano en respuesta.

—Cifer-san, le doy gracias por cuidar de mi mamá-

—Que? - se sorprendió

Orihime rio por lo bajo al ver la escena —Disculpa Ulquiorra, es que le hable de ti y los demás, así que piensa que me salvaste junto al resto-

—Ah, así que era eso- miro nuevamente al pequeño — niño, tu madre es alguien importante para nosotros, por lo que no hay nada que agradecer- sonrió levemente, aunque quisiera parecer aquel hombre frio y distante, no lograba serlo cuando estaba cerca de Orihime.

Kazui sonrió ampliamente, no podría describir el porqué, pero sentía que el señor que estaba frente a él, y que era amigo de su madre, era alguien de confiar y plenamente, o eso era lo que le dictaba su pequeño corazón.

—Por favor pasa- le indico la pelinaranja —perdona el desorden, pero estábamos terminando de arreglar todo-

—Descuida, lo entiendo perfectamente- miro alrededor del lugar y a decir verdad, esa casa era muy diferente a la suya, ese lugar a pesar del aura que se sentía en ese momento, podría afirmar que antes desprendía calidez y amor, o por lo menos antes que empezaran sus problemas con aquel tipo al que se hacía llamar su esposo, miro en el estante que estaba al fondo de la sala unas cuantas fotografías de la mujer, cuando era más joven de su época de instituto, era bella y seguía siéndolo sin duda, incluso el pudo darse cuenta cuando la conoció en aquel parque, y mas cuando estuvo junto a ella en las noches; pero ahora, todo era distinto, ya las peleas con aquellos seres habían terminado, ahora los problemas de la vida los habían alcanzado y golpeado de la manera que no se hubieran esperado. Siguió observando las demás fotos, cuando ella se graduó de la escuela, cuando se casó, parecía tan feliz, cuando estaba embarazada, y cuando tenia en brazos al pequeño niño, pero curiosamente noto algo, en la mayoría de las fotos estaba sola y si no lo estaba, el rostro del Kurosaki no parecía de lo más feliz como tendría que haberlo estado en cada una de esas fotografías.

—¿Así que siempre le mentiste? - susurro por lo bajo —siempre lo dije, eres un imbécil...-

—Cifer-san... ammm... disculpe... - el niño llamo al ojiverde, quien salió de sus pensamientos al momento de escucharlo —yo... yo... bueno... quiero... quiero pedirle un favor...-

—¿Dime que quieres? - le pregunto, a pesar de que ese niño se pareciera al idiota de Kurosaki Ichigo, en esencia era igual a su madre.

El niño lo miro emocionado — bueno... yo... vera...-

DOLOR Y CONFESIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora