Capítulo 17.

386 40 9
                                    



—Entonces, esto es todo ¿verdad? – susurro para sí.

Orihime miro todo alrededor de su casa, miro por la sala, la cocina, el cuarto del lavado, su pequeño jardín trasero, cada alcoba, en verdad todo ya había terminado... —"nunca tuvimos un felices para siempre..."—pensó, tantas risas, así como llantos y peleas, su casa estaba aún impregnada de todos esos recuerdos... tanto dulces como amargos, pero ya no era el tiempo de seguir lamentándose, es verdad que le dolería que su adorada casa sea vendida a cualquier extraño, pero también sabía que eso era lo mejor, seguir adelante y dejar aquello que te siga atando a un pasado que no hace mas que dejar dolorosas y crueles cicatrices.

—Mamá...- le saco de su divagación, el pequeño niño de ojos marrones.

—Oh lo siento cariño, ¿qué decías? – le pregunto mientras llegaba a la altura del menor.

—Se... se que papá y tú ya no vivirán juntos... pero... –

—¿Te preocupa el irte a otra parte y no ver mas a tus amigos y tus tías y abuelo? - le pregunto Orihime un poco alarmada.

El niño negó con la cabeza —No, no es eso, yo se que ellos me visitaran donde yo vaya, lo que quiero decir es, esta es la casa donde tu vivías con papá, y tus ojos dicen, que no quieres irte...- alcanzo la mano de su madre y la acaricio —Yo... ¡yo te hare mas feliz de lo que papá no lo hizo! ¡estaré contigo siempre, así que... no, no te pongas triste y vamos a nuestra nueva casa! – le grito el niño en un acto valiente al ver el rostro de su madre, que se observaba triste y decaído.

Orihime abrió sus ojos y miro al niño que estaba sonrojado mientras cerraba con fuerza sus ojos, su pequeño tenía razón, ella merecía ser feliz junto a él, y a pesar que era verdad que le dolía dejar aquel lugar que alguna vez llamo hogar... tenía que dejarlo ir, por su hijo y por ella, dejaría todo y avanzaría, ambos merecía ser felices, no solo ella, sino que Kazui también necesitaba que alguien estuviera con él amándolo y protegiéndolo siempre, mostrándole fortaleza y seguridad para que cuando el creciera, se convirtiera en un hombre de bien como siempre lo ha soñado.

—Cariño... muchas gracias, no te preocupes, alguien se encargará de esta casa, y solo esperemos que sean felices como alguna vez todos lo fuimos, y nosotros, haremos una hermosa vida muy feliz en otro lugar, ¿sí? -

—Si! – grito enérgico el pequeño.

En verdad tenia que dar gracias por tener a tan pequeño ser que la quería y protegía como nadie, pero ella también era su madre, y como tal, tenia que convertirse en una mujer fuerte capaz de ella ser quien lo resguardara y cuidara como nadie.

Mientras ambos terminaban de bajar las ultimas cajas y dejarlas en la sala, se escucho el timbre de su casa...

.

.

.

—Y bien?!-

—Y bien qué? – pregunto mientras cortaba la llamada.

—Oh maldita sea!, era ella... la princesa ¿no?!... tu maldito y paliducho rostro lo dice todo, ahora dime, ¿Qué diablos le dijo el maldito, para que tu cara en este momento refleje que lo único que quieres hacer, es atravesar una garganta y llegar al otro lado de la ciudad para matar al muy mal nacido?! –

A veces olvidaba que desde que regreso siendo un humano, todo era mas complicado, sus facciones que a pesar de que tratara de mantenerlas como cuando era un Espada, ya era casi imposible, quizas para el resto no, pero para Grimmjow, Nell y la mujer no, su rostro muchas veces decía mas que sus palabras, y todo gracias al bendito corazón.

DOLOR Y CONFESIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora