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Comienzo

Ya era de mañana, y el azabache se encontraba recostado en la cama, no había podido dormir gran parte de la noche, eso era reflejado en sus ojeras, miró su reloj, que se encontraba en su mesita de noche junto a su cama, marcaban las 6:30 am y su práctica era a las 8:30 así que decidió levantarse y dirigirse al baño a tomar una ducha.

— Es que aquí nunca hace calor... cada día siento que hace más frío — se quejaba el nipón mientras se vestía. Mayormente desayunaba en la cafetería, pero había decidido que hoy lo haría en su dormitorio, en fin, tenía una pequeña cocina. Al terminar agarró su mochila y se dirigió a la pista para entrenar.

No sabía qué esperar de ese día, se suponía que Yuri lo empezaría a entrenar, pero la noche anterior Víctor Nikiforov había declarado que el seria quien lo entrenara. Pero aun en su cabeza rondaba el por qué lo querría entrenar, y cómo es que había cambiado su actitud tan rápido hacia él, simplemente no lo entendía.

— A lo mejor cambia de opinión y simplemente no me va a entrenar, con lo bipolar que es — pensaba mientras se reía para sus adentros y se pintaba una sonrisa en sus labios, pero escucho un ladrido y salió de aquellos pensamientos, sintiendo como un perro se le subía — ¿eh? ¿Vicchan? No, no puede ser — se agacho para poder acariciar aquel caniche café que le recordaba a su mejor amigo y que había muerto hace algunos años, haciendo que sonriera pero con tristeza y nostalgia mezclada. — ¿Quién es tu dueño bonito? — Sin más el can salió corriendo en dirección a la pista de hielo, Yuuri salió trotando tras él, pero al llegar se paró en seco, y ahí fue que lo vio, ahí estaba él, patinando como si se desliza entre nubes y el viento moviera sus cabellos platinados, el azabache se encontraba absorto viendo al peli plata, tanto así que no se dio cuenta que Yuri y Otabek se encontraban en las gradas arriba de él.

— ¡Hey cerdo! ... ¡deja de comerte a Víctor con la mirada! — grito el rubio, lo que lo hizo voltear para encontrarlo junto a Otabek — límpiate la baba — reía tan estrepitosamente que podía oírse claramente y ser escuchado por los que estuviesen cerca de ellos, para su suerte no había nadie más que ellos, si no, hubiese quedado rojo de la vergüenza. Recordando lo que el ojiverde le gritaba le hacía pensar, ¿qué tipo de mirada le estaba dirigiendo a Víctor?.

— Yura déjalo en paz — como siempre Otabek con su personalidad serena y poco sociable.

— Yuuri, pensé que no vendrías a entrenar — Víctor ya se encontraba detrás de él, haciendo que el nipón brincara de sorpresa — ya hable con Yurio y no habrá problema con que te entrene yo en vez de él. — de pronto su cara era de sorpresa, al ver tan cerca el rostro de Yuuri, siempre había guardado su distancia pero hoy no, así podía apreciar esos ojos que tanto le llamaban la atención, — ¿Yuuri usas lentes? Oh ya conociste a Makkachin — se dirigió esta vez al can — ven chico — realmente sentía que esos lentes no iban con el azabache, se agacho para poder abrazar a su can.

— Ehhh, si, son necesarios tengo problemas de visión — también se agachó para acariciar a Makkachin — yo tuve uno igual pero se llamaba Vicchan — sonrió tristemente — murió algunos años atrás — al alzar su mirada se dio cuenta de que su rostro estaba muy cerca del de Víctor y que este lo miraba fijamente.

— Que bonitos ojos... lástima que los escondas detrás de esos lentes... quizá sea mejor así... — susurro el peli plata, casi inaudible, pero Yuuri sí que lo escuchó e hizo que se sonrojara.

El azabache se preguntaba internamente por qué aquel Alfa diría eso, porque el cambio repentino de 180 grados en su actitud para con él, — pero demonios, qué bonitos ojos tiene, me podría ahogar en ellos, y su aroma me hace querer abrazarlo, eh? ¿Abrazarlo? Yuuri Katsuki que demonios piensas, este no es momento para eso. — ambos en aquel espacio habían creado una burbuja donde solo se encontraban ellos dos, hasta que cierto ruso pateó al azabache haciéndolos salir de ese trance. — ¿Eh? — en su mirada había confusión, que estaba pensando.

— ¿No se supone que deberían estar practicando cerdo?, si fallas esta prueba me meterás en problemas y juro que si lo haces te aso al carbón. — definitivamente Yurio no tenía un poquito de tacto, ni se daba cuenta de la situación — y tu viejo, si quieres ligar con cerdito hazlo fuera de las prácticas, ya me causaste demasiados problemas con tus cambios de humor.

— Bien, bien, calmado gatito, deberías agradecerme, ahora pasarás más tiempo con Otabek — el rubio se sonrojo de inmediato queriendo ocultar su rostro sin poder lograrlo

— Maldito viejo me las pagaras — se quejo el rubio omega y se metió al hielo dándole la espalda a todos, maldiciendo a todo pulmón, haciendo que Víctor estallara en risas — bien Yuuri empecemos... ponte tus patines – obedeciendo, este se ponía sus patines cuando sintió que alguien se sentaba a su lado, era Otabek.

— Disculpa a Yura, siempre ha sido un mal hablado, pero no es mala persona es que le es difícil entablar una amistad nueva. Siempre ha sido así, desde que lo conozco, pero es amable cuando llegas a conocerlo. — decía esto de manera tierna haciendo que sea obvio que sentía algo por aquel chico.

— Otabek acaso ¿te gusta Yuri? — soltó sin más el azabache, notando como se sonrojaba el kazajo, al parecer había dado en el blanco.

— ¿Tan obvio es? — el azabache solo asintió — parece ser que solo Yura es quien no se ha dado cuenta... quizás sea lo mejor. — giro a ver al nipón que lo estaba mirando con una sonrisa en su rostro, haciendo que el kazajo le respondiera con otra sonrisa.

Del otro lado de la pista, se encontraban dos rusos mirando aquel espectáculo, uno más enojado que el otro,

— Primero casi se te come con la mirada anciano y ahora a Beka... ¿qué demonios le pasa a ese cerdo?.

Sin embargo el peli plata hizo caso omiso a la primera parte del comentario del otro ruso, lo que estaba mirando lo hacía pensar ¿que tal si el japonés ya se habría enamorado de Otabek?, no era algo imposible su situación era idónea, él era un Omega y el otro un Alfa, sintiendo una pequeña opresión en el pecho susurro

— Lo quiero para mí, quiero que sea mío y de nadie más — susurro para si mismo. En muchos años, no ... no era así, nunca en toda su vida había sentido eso, y esto solo tenía un nombre; Celos.

— ¡Vamos Yuuri! ... ¡ven a practicar! — sin más el azabache se levantó pero antes de salir a la pista de hielo, miro a Otabek

— Yo guardare tu secreto — dedicándole una cálida sonrisa y sin más salió a encontrarse con el peli plata, ya no se sentía tan nervioso e inseguro, quizás, porque ahora sabía que podría tener una oportunidad con aquel Alfa que emanaba un aroma que lo hacía atraía. Sentía su mirada sobre él, cuando se encontró más cerca de este, Yuuri subió la mirada dándose cuenta de que Víctor lo miraba fijamente y que en esa mirada había una mezcla de dulzura y adoración.

— ¡Wow! Yuuri te vez lindo sin tus lentes o debería decir... más guapo — esto hizo que el aludido se sonrojara hasta las orejas — bien comencemos — sin más el peli plata se puso en modo entrenador y le dio instrucciones a Yuuri, de vez en cuando explicaciones de sus errores y cómo podría mejorar sus movimientos.

Sin darse cuenta pasaron las horas, estaban tan sumidos en la práctica que no las sintieron pasar, Yuuri se había acostumbrado rápidamente a la nueva manera de ser de Víctor, a pesar que al principio se andaba con cautela por si este se volvía a comportar de manera fría y distante, pero al parecer ahora era todo lo contrario, cada vez que podía Víctor encontraba la manera de estar más cerca del azabache, incluso haciendo contacto físico, haciendo que el japonés se pusiera nervioso en cada uno de estos.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora