XLII

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Cásate conmigo...

─ Mi amor... feliz cumpleaños ─ le había dicho Víctor mientras se acercaba a él con un gran ramo de rosas.

Iba vestido del mismo color, de blanco, parecía un ángel bajado del cielo, pensaba Yuuri, a quien sus piernas dejaron de responderle al momento que conectó su mirada caramelo con el azul profundo de Victor. Su corazón latía a mil por segundo, e incluso se había olvidado de respirar y lo recordó al sentir una mano cálida sobre su mejilla izquierda.

─ Gra- gracias... ─ había logrado decir el nipón al recibir las rosas de Víctor.

─ ¿Me harías el honor de cenar conmigo esta noche?

Yuuri río de manera tierna al escuchar aquello.

─ Sabes que si Vitya...

Victor lo abrazó de manera suave y tierna después de depositar un beso suave en su frente, cuando se separaron entrelazaron sus manos y el ruso comenzó a dirigirlo hacia el bote.

─ ¿Ahí cenaremos? ─ preguntó el nipón cuando Víctor subió y le tendió la mano para ayudarlo a subir.

─ No, este será nuestro medio de transporte para ir al lugar donde cenaremos ─ respondió mientras soltaba el amarre ─ bien... todo listo... ─ encendió el motor y lo puso en marcha, rápidamente Yuuri captó al lugar a donde se dirigían.

La isla de la familia Altin.

Yuuri sentía la emoción en cada poro de su piel, en cada célula de su cuerpo, porque Víctor siempre lograba sorprenderlo con sus sorpresas y detalles, se sentía tan afortunado por tener a alguien como él a su lado.

El trayecto duró unos quince minutos, pues Víctor iba a alta velocidad, Yuuri había descubierto algo nuevo de su alpha; sabía conducir botes. Creyó que irían al mismo lugar al que Otabek los llevo, pero no, lo estaba llevando al otro lado de la isla. Según había escuchado de Otabek en ese lado de la isla no había nada, ahí su familia no construía nada aun.

Pero se llevó una gran sorpresa al acercarse lo suficiente y ver que toda la playa estaba completamente iluminada, había sido instaladas tres carpas, en todas la paredes eran cortinas que en ese momento estaban amarradas a los postes que sostenían el techo.

En la carpa del centro estaba una mesa bellamente adornada, y a un lado una gran mesa llena de comida de todo tipo. En la de la izquierda estaba una hamaca con almohadas, todo perfectamente acomodado, como si fuese de una revista de decoración habitacional. La carpa de la derecha era la única que estaba cerrada completamente, así que no podía ver que contenía.

Sin embargo no le importo porque todo lo que Víctor había preparado para él era hermosamente bello.

Con su ramo de rosas aún en manos, fue bajado por Víctor del yate entre sus brazos, no lo dejo pisar la arena hasta que llegaron al lugar donde cenarán.

─ ¿Te gusta amor? ─ le pregunto el peli plateado.

─ S-sí, es muy hermo-so... ─ contestó con la voz estrangulada por la emoción de todo aquello.

─ Amor no llores, no me gusta verte llorar ─ dijo Víctor al ver que Yuuri contenía la lagrimas que amenazaban con salir.

─ Gracias ─ se colgó de su cuello y le dio un beso ─ gracias por todo Vitya, te amo...

─ Y yo a ti mi lindo y sexi omega... ─ haciéndolo sonrojar, le dio otro beso y antes de que pasaran a otra cosa se separaron ─ ¿Qué te parece si cenamos?...

Lo llevó hasta la mesa y lo ayudó a ponerse cómodo.

─ Esta noche yo te voy a servir, hay comida de todo tipo, así que lo que quieras yo te lo serviré personalmente.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora