XXXIII

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Soy tuyo...

─ ¿Beka? ─ pregunto cuando sintió la respiración contraria sobre su cuello.

Fue entonces que se percató que no era el aroma de Beka, era diferente, Beka desprendía un aroma a menta y hierbabuena que lo hacía sentirse relajado, mientras que aquella persona olía a una combinación de tabaco y madera junto con algo más que no supo reconocer.

En un acto reflejo lo empujo haciendo que se quitara de encima y el pudiese ver el rostro de aquella persona.

Aquel rostro estaba lleno de deseo y morbosidad, cosa que hizo temblar al rubio al mismo tiempo que repulsión.

Solo imaginarse siendo tocado por ese asqueroso ser lo hacía sentirse asqueado.

─ ¡¿Tu?! ¡¿Qué demonios crees que haces?! ─ preguntó con ira, mientras que se le acercaba peligrosamente y el retrocedía hasta toparse con una pared ─ ¿Qué demonios quieres? ─ estaba notablemente asustado pero lo disimulaba lo mejor que podía, no quería que se diera cuenta.

─ ¿Tu que crees? ─ preguntó con sarcasmo y aquella sonrisa ladina que siempre usaba frente a las cámara y sus admiradores ─ desde que te vi no he podido sacarte de mi cabeza ─ dijo acercándose más al ojiverde haciendo que este lo empujara con ambas manos desde su pecho pero su fuerza no se podía comparar con la de él, él tenía la ventaja.

─ Sabes bien que yo tengo una pareja, que jamás me podría fijar en un imbécil como tú ─ su voz tembló.

─ Y a mí eso no me importa ─ dirigió una de sus manos hasta la parte trasera del cuello del ojiverde ─ aún no estás marcado, eso quiere decir que tu noviecito no te quiere mucho que digamos, solo te usa para satisfacerse y cuando se canse de ti te tirara como basura ─ dijo con burla.

Aquellas palabras le dolieron al rubio pero no por eso iba a creerlas, la única parte en la que tenía razón aquella persona despreciable era que Beka aún no lo había marcado, pero eso era decisión de ambos no solo de Beka. Ambos habían decidido a esperar un poco más para dar ese paso.

─ Creo que el único que sería capaz de hacer algo así eres tu maldito Leroy ─ dijo Yuri una vez que se armó de valor.

─ Quería hacer esto por las buenas ─ murmuró el alpha ─ pero no me importaría hacerlo por la fuerza ─ dirigió una mirada amenazadora a aquel omega asustado.

Antes que Yuri pudiese correr, ya tenía sus muñecas apresadas por las manos de Leroy quien las puso sobre la cabeza de Yuri, y comenzar a besar y mordisquear su cuello impregnando su asqueroso aroma en él.

─ ¡Déjame! ─ gritaba entre sollozos el ojiverde ─ ¡suéltame! ¡Beka! ¡Beka! ─ gritaba el nombre de su amor entre llanto.

Se alarmó aún más cuando sintió la mano de este colarse dentro de su camiseta, Leroy hizo el intento de besarlo pero no se dejó, no lo dejaría hacerlo.

Alzó su camisa lo suficiente para lamer y morder sus pezones uno por uno, se sentía asqueado, no paraba de gritar y llorar, pero sabía que era imposible, no había nadie cerca, su entrenamiento era cerrado, osea que ese día nadie más usaría la pista de hielo.

Se aterrorizó cuando sintió aquella misma mano meterse dentro de sus pantalones, toqueteando su trasero, comenzó a llorar y gritar más cuando sintió como este comenzaba a frotar un dedo alrededor se su entrada.

─ No importa cuanto grites, tu adorado Beka no llegará a salvarte... ─ se burló con descaro.

Lo volteo, quedando inmovilizado de cara a la pared con las manos aun apresadas, le comenzó a bajar su pantalón... sentía que ya no podría salvarse de ser violado por ese malnacido.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora