XLVIII

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Los días pasaron relativamente rápidos para todos, y con ello el tan ansiado e intrigante viaje a Barcelona había llegado. Los nervios habían invadido a todos, por diferentes razones, pero todos por el mismo origen.

Yuuri había estado ansioso durante los últimos días previo al viaje, Victor hacía de todo para calmarlo, para hacerle entender que ver que su ex no cambiaría nada entre ellos, le decía cuanto lo amaba y se lo demostraba con detalles y pues obviamente con su cuerpo.

Yurio por su parte también estaba nervioso por ver a esa bruja, como él la llamaba, pero los últimos días previos al viaje se olvidó por completo de aquella persona y lo que representó en su infancia, pues su celo había llegado y obviamente la paso con Otabek.

Durante cinco días seguidos estuvieron encerrados en el departamento de kazajo, aunque al tercer día las olas de calor al cuerpo del ruso menguaron de manera considerable, igual que la intensidad en la que Otabek tomaba a su omega.

A la cuarta mañana Yuri yacía en la cama completa y profundamente dormido con una fina sábana que cubría su completa desnudez, le regalaba a Otabek la más hermosa y erótica vista que había podido presenciar hasta ese día. El kazajo se había levantado temprano para poder limpiar y ordenar un poco el desastre que habían hecho, al igual que para poder prepararle a su hermoso gatito un delicioso y nutritivo desayuno. Ambos tenían que recuperar fuerzas, ya que ambos competirán, y en esos momentos agradece que ambos tuvieran resistencia por que así la recuperación sería más rápida.

Termino de cocinar y listo todo lo preparado en una bandeja para dirigirse a la recamara apenas entró y se dio cuenta que su hada rusa había cambiado de posición ahora estaba boca abajo y abrazando la almohada que normalmente usaba el kazajo a la hora de dormir. Dejando al descubierto su espalda y sus largas piernas, la sabana solo le cubría su lindo y firme trasero, que hizo que Beka se excitara. Su omega era tan hermoso y sensual que no se imaginaba despertar junto a alguien que no fuera su Yura.

Dejó la bandeja con el desayuno en el escritorio frente a la cama, y se acercó sin hacer ruido, se sentó junto a él y comenzó a acariciar la desnuda espalda de su omega, no tardó en que el rubio comenzó a removerse, de ahí pasó sus dedos entre las hebras doradas, apartándolas de su rostro, y por fin acariciar aquel rostro angelical. Yuri comenzó a emitir sonidos desde su garganta.

Prácticamente ronroneaba ante el tacto del kazajo, como si se tratara de un gato al que le gusta ser mimado por su amo.

— Bebé hora de despertar — susurro en el oído del ruso, causándole un placentero escalofrío por toda su columna vertebral — vamos amor... tienes que comer algo...

Yuri tenia rato despierto, simplemente había estado fingiendo estar dormido para recibir los mimos de su Alpha. Y también provocarlo, aunque su celo ya había casi terminado y durante los últimos tres días se la habían pasado teniendo sexo en todos los lugares y posiciones existentes, aun sentía aquella necesidad de estar unido con su Alpha, no podía explicarlo, simplemente se sentía de aquella manera.

— Vamos gatito sé que estás despierto... — deposito un beso detrás de su oreja y el aroma de Yuri comenzó a hacerse más denso y dulce, Otabek sabía perfectamente que eso pasaba cuando le hacía mimos y cariñitos a su gatito gruñón — vamos bebe levante... — susurro mientras besaba y lamia la marca en el cuello del ruso, su marca. Un gemido salió de los labios de Yuri, sabía que aquel lugar era sumamente sensible para su omega.

— Beka — jadeo el omega mientras llevaba una mano a la cabellera azabache y enredar sus dedos — Beka — volvió a decir, pero esta vez fue como un suave gemido que encendió el cuerpo de su Alpha.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora