XLVI

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Rompiéndose...

Esa mañana en la habitación de Yuuri y Victor

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Esa mañana en la habitación de Yuuri y Victor...

Despertó pasando el mediodía, se removió entre las sábanas algo incómodo, sentía su cuerpo doler y para el colmo le hacía falta el calor de cierta persona a su lado. Y como una lluvia torrencial de otoño le llegaron las imágenes de la noche anterior, no podía creer lo que había hecho, él prácticamente se le había lanzado encima a su prometido, lo provocó en público y para el colmo lo había amarrado a la cama, y habían hecho muchas cosas.

– Oh dios, oh dios – se quejaba el nipón mientras se tapaba la cara con ambas manos – qué vergüenza... – cómo podría ver ahora al ruso, aunque si lo pensaba bien no tenía nada malo ¿verdad? Al fin y al cabo, ya estaban enlazados y comprometidos.

Escucho como la puerta se abrió, pero no volteo a ver quién era, pues se imaginaba que era el ruso, pero para su sorpresa no fue así.

– Se nota que la noche estuvo muy ajetreada... – sintió como Phichit tocaba cerca de su pecho – sí que se divirtieron – habló con tono pícaro del tailandés mientras señalaba una de las marcas de besos que le había dejado Víctor.

El nipón se limitó a esconder su rostro rojo de vergüenza.

– Se nota que Víctor es muy posesivo contigo... – volvió a tocar otra de las marcas de mordidas de la peli plata – pero igual tu...

Yuuri lo miro sin entender a qué se refería y el tailandés entendió el rostro del japonés.

– Dejaste muchas marcas en la espalda de tu alpha... lo anda presumiendo a Chris y Otabek, Yuri está a punto de un colapso mental, no puede creer que el tierno Yuuri hiciera eso...

─ No pienso volver a tomar alcohol en mi vida...

La risa estridente de Phichit se escuchó por toda la habitación, su amigo era demasiado serio y tímido la mayoría del tiempo, pero al parecer un poco de alcohol era un catalizador para que el japonés sacará a relucir a su eros.

La risa estridente de Phichit se escuchó por toda la habitación, su amigo era demasiado serio y tímido la mayoría del tiempo, pero al parecer un poco de alcohol era un catalizador para que el japonés sacará a relucir a su eros

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En la noche... a las afueras de un elegante y lujoso restaurant de un hotel...

Desesperado... pero también destrozado, había abierto de nuevo su corazón y lo volvieron a hacer añicos, realmente pensaba que tenia o una muy mala suerte o que en su vida anterior había hecho demasiado mal a alguien que ahora lo estaba pagando y con creces.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora