Aquellas nanas que me cantaban antes de dormir volvían a resonar en mi cabeza, los recuerdos, tan dolorosos que apenas sentía que pudiese vivir con ellos se encontraban al pie de mi siguiente desafío.
Esa áspera piel, aquellas arrugas que tanto secretos guardaban en ellas e incluso ese cabello de un tono rubio oscuro que ahora, con el paso de la edad, había decidido cubrirse de canas blancas y grises, salteando entre su cabello.
La tenía frente a mí, hablándome, pero mi cabeza se negaba a aceptar lo que veía. Si fuera así significaría que la habría abandonado durante años...
Ella tocaba mi cara como si de un fantasma me tratase, y yo la miraba desde la más absoluta incomprensión. Su mano desprendía calor y su caricia rugosa me daba la certeza de que no soñaba. Estaba viva, tan viva como yo.
Todo el campamento pareció parar para echar un vistazo en aquel momento a la situación. Pude comprobar que realmente todos supieron que habían ido a rescatarme allí, por ella.
—Eliana, puedes acercarte a ella, no te preocupes, no puede contagiarte —Chavs intentaba sacarme del extraño mundo en el que me encontrase ahora, aunque mi cuerpo estuviese presente mi mente se encontraba muy lejos, recorriendo mi pasado, la familia que perdí e incluso la idea de que todos estuvieran vivos. Luego analicé la frase, ¿cómo no iba a contagiarme? Aunque eso realmente ahora no me importaba en absoluto.
Solo estaba pendiente a la mujer que se postraba ante mí diciendo ser mi madre, no sólo eso, lo era. Además habría heridas del pasado que ojalá hubiesen permanecido cerradas.
—Cariño...
Su voz, fue como un bofetada de realidad, hasta ese entonces que volví a escucharla no fui consciente de que no recordaba como sonaba. Era un recuerdo tan doloroso que había olvidado la voz de mi propia madre, su maldito nombre, y sino fuera porque estaba a centímetros de mí tampoco recordaría su rostro.
Me siento una mala hija, egoísta, que abandonó a su familia por sobrevivir a todo coste.
Era tan suave y autoritaria como lo fue siempre, toda una líder.
Chavs viendo que la situación no era fácil nos dejó solas, una con la otra en el interior de una de las pocas tiendas montadas, apenas cuatro sillas y una mesa.
—Lo siento, si hubiera sabido esto jamás te hubiera dejado, te hubiera buscado. —lloré desconsolada, en los protectores brazos de mi madre. Consolada por sus manos acariciando mi cabello de forma suave y pausada, se mantenía fuerte para no llorar delante de mí, ella era así.
¿Que haría cualquier hijo que viese a su madre después de creer que estaba muerta? Realmente no lo sé, yo solo supe desahogarme, todos los sentimientos que he estado guardando durante tanto tiempo me estaban matando por dentro. El hecho de encontrarla con vida me hizo explotar, no aguantaba más.
—Tranquila pequeña, llevo años sabiendo de ti y buscándote, tu amigo me ayudó a encontrarte y no sabes cuánto me alegro mi amor —sonreí, dándole mentalmente las gracias a Chavs, jamás le podría pagar esto.
Le conté todo, mientras acariciaba mi cabeza aún reposada sobre ella. Madrid, Ethan, papá, Interno, Wuhan...
—Si hubiera sabido que me buscabas jamás me habría ido de tu lado, lo siento muchísimo mamá, ni siquiera sé cómo es posible que siga viva. He pensado en dejarme morir numerosas veces, incontables, he tocado fondo tantas otras que tenía miedo de ser yo incluso la que apretara el gatillo. Me alegro de no haberlo hecho, a pesar de todo esto estoy aquí, contigo.
—A pesar de todo estamos juntas. —por fin dirigió su mirada a mí, el olor a vainilla del lugar me ayudaba a tranquilizarme. —Te seguí la pista durante tantos años que te reirías, incluso llegué a encontrarte en casa de Ethan, pero para cuando fui a por ti durante la noche ya no estabas, te habías vuelto a marchar. Cariño, no parabas quieta ni un solo segundo.
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2048 © [DISPONIBLE EN FÍSICO/EBOOK]
Science Fiction"Llega la extinción" Si alguien encontrase este diario, quiero que sepa quién dejó parte de su alma escrita en él. Eso significaría que la raza humana ha sobrevivido a su propia extinción. El mundo ha lanzado su mayor ataque contra aquellos que lo d...