El viaje parecía no tener ningún rumbo. Ni siquiera sabíamos donde nos encontrábamos aunque una parte de mí imaginaba que tanta arena solo podía permanecer a un desierto, sin embargo no distinguía cuál, desde luego la geografía nunca fue muy fuerte y después de tantos años de poco me acordaba.
La calor era seca, y el agua que encontramos en el maletero del coche comenzaba a acabarse. Desde luego no somos ningunos genios haciendo raciones, esperábamos haber encontrado algo en un par de horas, pero aquí estábamos, turnándonos al volante en completo silencio durante más de ocho horas. La noche pasó en su totalidad y pude ver amanecer, nos dirigíamos hacia el sol el cual con su luz parecía proyectar una ciudad de hace mucho tiempo, perdida en la bajo capas de arena.
Llevaba todo el camino con dificultad para respirar, este lugar tan seco me estaba pasando factura.
—Llevo todo el viaje esperando a que Chavs se durmiera —confesó Ethan sin dejar de mirar el camino mientras conducía.
—Sé que le gusta mucho hablar pero no creo que sea para tanto —en aquel momento me hizo gracia pensar que estuviera cansado de que Chavs no se callara, siempre estaba hablando, tanto que a veces llegaba a repetir las cosas.
Ethan apretó los dientes y forzó una sonrisa. No hacía falta que me dirigiera la mirada para saber que esos ojos azules estaban pensando en otra cosa fuera de mi alcance, estaba serio, tanto que llegaba a asustar.
—Quería hablar contigo a solas, me hubiera gustado hacerlo antes pero con todo esto no pude, quería que lo supieras. —Estaba tan arrepentido en cada una de sus palabras que me daba pena, no había hecho nada tan malo como para sentirse así, al menos que yo supiese.
Permanecí quieta, nerviosa pero paciente. Esperé que retomara aire lo que le ayudaba a que no cayeran algunos lágrimas. Miré sus manos que apretaban cada vez más fuerte el volante, comencé a asustarme temiendo lo que pudiera haber hecho.
—¿Alguna vez has hecho algo mal y aún sabiéndolo continuaste? —preguntó dudoso, haciendo aún más notable el quejido en su voz.
—Muchísimas veces, pero siempre se puede recapacitar, nunca es tarde —mientras decía esto en mi cabeza rezaba porque no hubiese matado a nadie.
—Yo... siento ser tan orgulloso de verdad —le miré interrogante, no sabía muy bien a qué se refería. Aunque esa faceta la había conocido poco sabía que era cierto. Ante mi cara de incertidumbre decidió explicarse —aquella noche hice mal, los nervios pudieron conmigo y acabé gritándote y acusándote, tú no tenías la culpa Eliana, sé que hice mal y te hirió. Ni siquiera sabías que estabas contagiada, lo siento muchísimo.
Dibujé una leve sonrisa, por una parte estaba aliviada de que no fuera algo tan grave como las cosas que ya me pasaban por la cabeza. Por otra parte, agradecí que se disculpase, ninguno de los dos se encontraba cómodo ante la presencia del otro y era bastante agradable poder volver a hablarle con total normalidad. Había hecho falta una dosis de tortura y una experiencia muy cercana a la muerte pero oye, aquí estábamos vivos.
La garganta me cosquilleaba de forma bastante desagradable, se me hacía familiar aunque hacía años que sufría de ello.
El coche paró en seco, la gasolina había decidido acabarse a unos dos kilómetros de la ciudad abandonada. Ya podíamos apreciarla y al verla todos supusimos que no era ningún espejismo.
A pesar de una gran cantidad de edificios bajos había un par de mayor longitud, uno al lado del otro.
Bajamos del coche y Ethan despertó a Chavs, yo mientras daba grandes bocanadas de aire intentando asegurarme de que no fuera algo que creía que podía hacerse visible justamente ahora.
Comenzamos a caminar, Chavs y Ethan hablaban alegremente felices de sentirse libres. Yo sin embargo permanecía callada, algo raro en mí. Me centraba en mi propia respiración intentando controlar cada bocanada de aire que entraba, calmarme.
Ethan acabó reparando en mi silencio, antes de todo esto estaba terminando medicina por lo que no podía ocultar mucho.
A poco menos de un kilómetro se hizo evidente, cada respiración sonaba con un agudo pitido y la tos no daba tregua.
—¿Eres asmática? —preguntó Ethan, más bien a modo de afirmación acercándose a mí.
—Hacía años que no sufría un ataque —comenté, intentando de alguna forma excusarme. No sabía muy bien de qué exactamente.
Me tumbé de rodillas agotada, el pecho comenzaba a presionarme y las bocanadas de aire seguían haciendo ese horrible sonido. Nunca me había preocupado por llevar un inhalador, al fin y al cabo llevaba años sin sufrir un ataque, pero había sido desencadenado por la sequedad del ambiente.
Debido al trayecto restante mis compañeros se turnaron para cargar conmigo y evitar hacerme andar, Ethan me aconsejó que intentara tranquilizarme y me concentrara en las respiraciones profundas. Lo hice.
Gracias a Chavs tardamos muy poco en llegar a la ciudad, Ethan se marchó dejándonos allí a nosotros dos. Mi amigo solo se limitaba a mirarme con lástima e impotente por la situación, de vez en cuando soltaba alguna tranquilizadora frase.
A los pocos minutos regresó, me tomó y nos marchamos hacia uno de los edificios altos.
—Esto es un antiguo hospital —aclaró Ethan a la entrada —he encontrado bombonas de oxígeno en la segunda planta.
Era terrorífico aquel lugar. Las pocas plantas que había caían por las cristaleras rotas. Todos los muebles estaban quemados en la planta inferior. Las superiores aunque de un color negro seguían intactas.
Cuando Ethan me colocó la mascarilla de plástico en la cara y enchufó el oxígeno lo agradecí, noté como volvía a respirar entrando nuevamente el aire sin ninguna barrera.
Debía acostumbrarme al aire de aquel lugar definitivamente.
Miré por la ventana tras de mí. Aunque gran parte de la ciudad estaba destrozada de alguna forma sabía que no volvería a salir de allí.
Parecía un hogar, o al menos podría serlo. Solo faltaban personas que la ocuparan, aquellas que llevaban huyendo toda su vida y añoraban un techo como llegué a hacerlo yo.
Fugitivos.
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2048 © [DISPONIBLE EN FÍSICO/EBOOK]
Fiksi Ilmiah"Llega la extinción" Si alguien encontrase este diario, quiero que sepa quién dejó parte de su alma escrita en él. Eso significaría que la raza humana ha sobrevivido a su propia extinción. El mundo ha lanzado su mayor ataque contra aquellos que lo d...