5 de Enero 2048

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No era consciente de la presión que ejercía con mis manos sobre el metal. Aquel pequeño muro tallado que se encontraba al borde de la terraza era lo único que me separaba del vacío.

Apretaba los dientes intentando contener mis lágrimas que igualmente caían hacia la profundidad. Miraba cuanto tardaban llegar al suelo desde la quinta planta de la torre.

Chavs se acercó, sé que dijo algo pero no lo escuché. Desde las alturas continuaba contemplando como el ataúd que guardaba en cuerpo de Ethan avanzaba por la ciudad, recordando por qué estábamos allí y nuestra lucha.

Cada vez aquel vacío se me hacía más bonito, más calmado, más libre. Sólo quería tranquilidad, respirar la paz en todo aquel caos que parecía no terminar nunca.

Me incorporé un poco sobre el barandal sin apenas pensarlo, pero Chavs me detuvo colocando una de sus manos sobre mi hombro, se giró hacia mi dispuesto a consolarme.

—Si quieres acabar así no seré yo quién te detenga, ¿pero merece la pena después de todo lo que hemos pasado? —el ataúd continuaba paseando, la gente a su alrededor lo seguía con flores, algunos otros paraban a su paso a susurrarle un gracias —para ellos eres un ejemplo a seguir, no merecen verte así, ni siquiera tú mereces pensar lo que has intentado hacer. Eliana eres mucho más.

Se mi hizo un nudo en la garganta, los sonidos a mi alrededor cada vez parecían sonar más lejanos. Miré a todas aquellas personas, una gran multitud de gente como yo que había sufrido, incluso niños.

Todos miraban a Ethan, aunque apenados sonreían felices del lugar donde se encontraban, gritaban otros eufóricos "¡libertad!", y no faltaban las miradas indiscretas al balcón donde me encontraba que me dedicaban una sonrisa. Miradas llenas de dolor que se encontraban agradecidas.

—Todos te necesitamos, este pequeño refugio no sería lo mismo sin ti —Ethan siguió mi mirada, hacia aquel niño de ojos azules que miraba detenidamente, del cual recordaba su sonrisa radiante a pesar del dolor desde hace mucho, incluso ahora que se había quedado solo con su padre —eres el apoyo que necesitamos, que necesito.

Soltando pequeños gemidos miré a mi amigo, eché un último vistazo al ataúd de Ethan que comenzaba a terminar su recorrido, volvería a enterrarse nuevamente, bajo tierra, solo y muerto.

Todas aquellas personas comenzaron a dispersarse, se ayudaban unos entre otros por caridad. Me esforzaba por llamar a esto ciudad, pero no lo entendí bien hasta ahora, es un refugio para aquellas personas que como yo necesitaban de un hogar, una familia que le ayudase a sobrevivir. Era un lugar para aislarse del miedo que había corrompido al exterior.

—Tienes razón, envía los últimos exploradores en las cercanías —susurré, entre palabras rotas de dolor.

Volví hacia dentro a paso aligerado. Los pocos que trabajaban en la torre se giraban al verme pasar decidida, pisando fuerte por allí por donde pasaba.

—Mamá —la llamé al encontrarla evitando que se fuera.

Con sus pulgares limpió las lágrimas que habían caído en mis mejillas, ya no lloraba, supongo que una forma de superarlo sería plantar mi mente en el futuro, para ello necesitaba consejo.

—¿Qué debería hacer? —en mis manos estaba una decisión extremadamente importante.

El cierre de las puertas, el aislamiento total hacia el mundo exterior o viceversa.

La apertura de estas, compartiendo el inestable remedio de ERS-24 con todos.

Mi madre agarró mis manos, temblaban sin remedio al igual que yo, que a pesar de todo luchaba por mantenerme firme y tomar la mejor decisión. Todos habían depositado sus vidas en mí con una confianza ciega, no quería fallarles como me habían fallado a mí.

2048 © [DISPONIBLE EN FÍSICO/EBOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora