3 de Diciembre 2047

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Con el corazón desbocado corría hacia la entrada del refugio. Las pisadas de Chavs a mi espalda marcaban el ritmo acelerado de las mías.

Las personas asustadas se apartaban a nuestro paso, otros se refugiaban en sus casas.

Todos los guardias de la ciudad se encontraban allí, frente al muro ya acabado solo a falta de sus puertas, apuntando con una veintena de armas al corazón de el hombre que esperaba allí mi llegada.

De nuevo él, con sus penetrantes ojos verdes.

—Márchate —ordené de inmediato, sabiendo que era peligroso, ocultando mis manos temblorosas tras mi espalda.

—¿Así recibes a un viejo amigo? Ambos sabemos que no eres así —intentó avanzar hacia mí, quien más cerca se encontraba, un par de metros. El ruido de las armas de mis guardias le advirtieron de su desagradable presencia, obligándole a retroceder.

Intenté controlar la respiración que quemaba mi garganta, incluso mi estómago se revolvía ante su presencia. Quería vomitar allí mismo, no me sentía capaz de sobreponerme a su presencia.

—No lo repetiré de nuevo Víctor, da la vuelta y regresa —ojalá mi voz no hubiese temblado tanto como me pareció que lo hizo.

Él se regodeaba en mi miedo, con una sonrisa enorme en la cara, sabiendo el terror que provocaba especialmente en mí.

—Solo busco ayuda de un ser tan misericordioso como tú, sé que tenéis la cura gracias a él —señaló a Chavs, que respondió con un gruñido —solo pido un poco.

El sonido de la primera bala me colocó en tensión, Chavs disparó a los pies, invitándole a irse.

—Vete, te dijo que no lo repetiría de nuevo —alertó Chavs, seguramente recordando que le habrían hecho y yo desconocía —ahora.

La voz amenazante de mi compañero provocó que se le borrara aquella sonrisa prepotente. Miraba a su alrededor, estudiando el lugar, mientras todos se colocaban delante de mí, presionando su salida y separándome de él.

—¿Estás bien? —mi amigo no era lo que se llamaba como "tonto", no sólo había temblado como un flan, sino que perdí el control de mis propias palabras. Quizás si no hubiera estado paralizada por el miedo hubiese salido corriendo, quedando aún peor de lo que ya hice.

Continué caminando cabizbaja, se suponía que era una persona a la que imitar. Tenía el mérito al acto más vergonzoso.

—Tengo un mal presentimiento —admití obedeciendo la bola de emociones que golpeaba mi estómago. Me decía "corre", lo mismo que me había advertido durante años cuando estaba en peligro.

—Todo está tranquilo, ya se ha ido —me calmó Chavs abrazándome con todas sus fuerzas —ahora vete a dormir, organizaré una guardia extra esta noche para que descanses tranquila.

La caída del sol no se hizo esperar. La luz de la luna entraba por mi ventana y era algo que añoraba desde hacía mucho. No dejaba de dar vueltas en la cama, aquella sensación seguía presente. Sin poder descansar ya con la luna en el punto más alto comprendí que estaría toda la noche en vilo, por ello decidí levantarme.

Me vestí con un mono blanco ajustado cuyas rayas azules laterales definían mi cuerpo en la oscuridad de la noche.

El silencio me abrumaba y la luna como única compañera no era suficiente para mí. Decidí ir a casa de Chavs, me sentía intranquila y pretendía proponer una ronda nocturna junto a él. Sé que tendría alguna dentro de un par de horas.

Me recibió con una sonrisa maravillosa en el rostro, en realidad no.

—¿Otra vez con lo mismo? He puesto a cinco guardias extra esta noche, ¿qué más quieres? —seguía delirando entre sus quejas él solo, mientras yo continuaba ansiosa por dar esa pequeña ronda —¡Sólo pido dormir, no es tanto!

2048 © [DISPONIBLE EN FÍSICO/EBOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora