21. DOS PALABRAS SERÁN CONDENA

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Las campanas del campanario de Rocamadour bailaban, giraban y cantaban, como mariposas viajando entre praderas, ríos y valles que Francia poseía. Tocaban las doce para todos aquellos que las escucharan, y nuestro querido Calen no fue una excepción. Una brillante alegría se debatía en su interior, causada por las hermosas noticias que acababa de recibir. Y Peternelle, que permanecería unos días más en la inmensa villa, no podía hacer más que suspirar de alivio. Hasta que dos palabras brotadas de los labios de Calen, le hicieron ver el mundo de otra manera. Peternelle no cabía en sí de la sorpresa, aunque algo en ella le repetía que debía haberlo sabido. Todas esas palabras dulces, esas frases que aún escuchaba cuando los murmullos cesaban... Debían de venir de algún lugar, y esas dos palabras se lo confirmaron. A pesar de que Calen parecía estar más que encantado con su descubrimiento de anoche, ella sabía que no traía nada bueno, ni menos algo de lo que festejar.

Peternelle no era capaz de pronunciar palabra, ni de mover un simple músculo de su rostro. Calen la observaba expectante, ansioso de que pronunciara algo como "era consciente de ello y me alegro". Pero no lo hacía. Toda felicidad que podía admirar en ella minutos antes, se había esfumado al decir él aquello que ya no se podía guardar.

—¿Por qué muestras tanta sorpresa? ¿No eras consciente de eso?- preguntó Calen, ahora más que confundido.

—No, bueno... Es decir, sí pero...

Ella hizo un aspaviento con las manos, intentando explicarse, y al final no dijo nada coherente.

—¿Entonces no te parece maravilloso?- Calen continuaba sin comprender el comportamiento de su amiga- ¡Estoy enamorado!

Con la velocidad de un rayo, Peternelle aferró el hombro del chico y le señaló firmemente con el dedo.

—No vuelvas... A decir esas dos palabras... En tu vida- Calen inclinó la cabeza hacia atrás, y en un intento de fingir que no ocurría nada, carraspeó- ¿Entendiste?

—He de confesarte que no- Calen se alejó de Peternelle lo suficiente para no temer por un nuevo asalto- ¿Por qué no puedo estar enamorado? Tú misma dijiste que el amor es algo bonito e impredecible.

La joven se llevó las manos a la cabeza, pero sin tocar demasiado su complicado peinado. Algo estaba cegando a Calen de la realidad, tal vez su amor por aquella chica, o quizá las buenas nuevas que acababa de recibir.

—Dentro de un año vas a conocer a la mujer con quien te casarás. Su familia ya ha dado el visto bueno a vuestra unión- diciendo esto, Peternelle se cruzó de brazos- ¿Cómo puedes pensar que enamorarte de otra joven es algo bueno?

—Porque esa joven es Aveline. Además, tengo un año para olvidar todo sentimiento hacia ella.

Tres ocasiones Peternelle necesitó tomar aire. Aquella conversación se le estaba yendo de las manos. Y Calen también.

—¡Por el amor de Dios! ¡Calen Everett De Loughrey! ¿Tienes consciencia, como tengo yo, de las palabras que estás diciendo? En un año no puedes "desenamorarte" de ella, y con menos posibilidades si está en tus planes verla a menudo.

Pero el joven no mostraba intención de querer comprenderlo. Todo el abatimiento que había llenado su corazón la noche anterior y sus intenciones de fingir que no estaba enamorado, habían desaparecido como las huellas en la orilla del mar. Su juicio racional no parecía querer hacer su función, y Calen se dejaba ver como un hombre imprudente e ignorante.

—Querida Peternelle, no lamento decir que tus palabras son erróneas y que mi amor por Aveline irá menguando poco a poco con el paso del tiempo. Puedo prometerte, y lo estoy haciendo, que para el aún lejano día que conozca a mi futura esposa, mi corazón estará desprovisto de todo sentimiento- y completó su relato con un asentimiento leve.

AVELINE.   El secreto de la Villa de las GardeniasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora