Capítulo 22

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El mundo estaba comenzando a retomar su curso natural después de un gélido invierno, sin embargo, yo hubiera preferido que aquello nunca terminara, ya que la llegada de la primavera significaba que las personas tomaban más atención de cada uno de tus actos.

El invierno nos daba aquella protección de que todo el mundo estaba en su casa tratando de sobrevivir al frío, sin embargo Alba no mostraba ningún disgusto a la llegada pronta de la primavera, porque al parecer era su época favorita.

Ella amaba las flores que se formaban cerca del acantilado y como los ríos refrescaban al pueblo con su agua descongelada, al parecer Londres no tenía ninguna de esas particularidades que para mí eran cosas que había visto toda mi vida, sin embargo, para ella era como si le estuvieran bajando el cielo.

Así fue como varias tardes decidimos alejarnos de todo y buscábamos refugio entre el pasto lleno de rocío y las flores tratando de abrir sus capullos frente a la brisa de la primavera.

—Te amo ¿lo sabes?—le pregunté mientras me abrazaba a su cintura, ya que ambas veíamos como Miki caminaba curioso frente a todas las flores que se encontraban a su alrededor. Había cumplido hace poco un año y hace unas semanas había podido ponerse de pie sin ayuda de ninguna de nosotras, de a poco su caminar estaba mejorando y ya no se tambaleaba tanto llegando a caminar una docena de pasos sin caerse.

Miki crecía a una velocidad increíble y aunque me encantaría decir que se parecía a Alba, ellos dos solo se parecían en el cabello, pero de ahí eran como el agua y el aceite. No obstante, no había nadie a quién amara más aquella rubia que aquel bebé.

—Lo sé Nat—dijo depositando un beso en mi mejilla para luego devolver la vista a Miki quien estaba tomando las bellotas que caían de los árboles.

—Es tan lindo como tú—le respondí acariciando con la yemas de mis dedos sus brazos mientras no me cansaba de besar sus hombros, Alba arrugó la nariz de una forma tan tierna que solo ella podía hacer —Él tiene a una gran mamá —suspiré recordando lo que me había dicho aquella noche, aún me costaba creer todos los recuerdos dolorosos que debían estar detrás de aquellos ojos castaños.

—No soy la gran cosa, me encantaría poder ofrecerle una vida normal —contestó sin despegar la mirada en Miki, en ese momento pude ser consciente de que el gran dolor de Alba no era tanto su pasado sino el futuro el cuál a sus ojos no existía.

Sin embargo, yo estaba deseosa de mostrarle todo lo contrario.

Sweet DispositionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora