No era fácil conseguir un empleo en este pueblo y menos si se trataba de una chica.
Lo sabía a la perfección, porque poner aquella tienda de telas me había costado sudor, tiempo y ganarme el respeto de un pueblo que no veía a las mujeres como algo más que una carne en el taburete de una carnicería. Las chicas solo eran caras bonitas y delicadas que debían ser guardadas en la casa como si fueran muñecas de porcelana a punto de ser destruidas.
Sin embargo, Alba no parecía de aquellas chicas y con eso me hizo ganar un poco de confianza y aceptar conversar con ella por el empleo disponible que tenía en mi tienda.
Llevaba puesto un vestido verde que en el faldón se podía ver como el falso estaba desgastado haciendo que éste no se abriera despampanante como debía hacerlo, no obstante, al parecer era el vestido más decente que tenía en su guardarropa porque sino fuera por aquel detalle cualquiera pensaría que provenía de las casas de alta costura que existían en París.
Pero el vestido no era lo que me llamaba la atención de ella sino la seguridad con la que entró a la tienda sin necesidad de una presentación y con paso seguro se acercó a mí para preguntarme si aún necesitaba una asistente.
—Vengo por el cartel que tiene en la ventana ,¿aún necesita a una asistente?—me preguntó segura en cada palabra, mientras entre sus brazos llevaba el mismo bebé que todo el mundo rumoreaba de debía tener una extraña procedencia. Era un pequeño de tal vez dos meses que era arropado con una manta blanca y tenía el cabello crespo creciendo del mismo color rubio que lo tenía Alba, sin embargo, él no se parecía a la chica.
Mientras que Alba mostraba una piel blanca, el pequeño no tenía ningún rastro que denotara que fuera hijo de la rubia.
—Aún no consigo a nadie —comenté sin darle mucha importancia a lo que decía, ella sonrío con una sonrisa tan grande que pareció iluminar en segundos los reducidos diez metros de mi local —¿Cómo te llamas? —pregunté como sino fuera la noticia del pueblo su llegada, la rubia miró al bebé que tenía entre sus brazos antes de contestarme, al parecer su inseguridad se hacía presente por unos períodos breves de tiempo en dónde veía al bebé.
—Alba, Alba Reche—dijo con un tono tan dulce que no podía creer que una chica me estuviera hablando, sonaba como un ángel.
Ella volvió a ganarse mi confianza , pero ésta vez lo hizo con su carisma .
Con su dulce carisma .
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Sweet Disposition
RomantizmAdaptación del fic de @Forevertaylorsusy que es maravillosa y me ha dejado adaptar su fic a Albalia. Los capítulos son cortos.