Capítulo 33

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Verano 1871

Alba

Mis manos pasaban por los bordes de aquella marca de hace tantos años atrás, inundándome de cientos de recuerdos y sentimientos que pensaba que había dejado atrás, no obstante, cuando los labios de Natalia se atrevieron a robarme un beso que no me esperaba, lo único que podía pensar en ella y lo feliz que era a su lado.

Miki se había dormido en mis brazos después de jugar toda la tarde en la cubierta del barco, tenerlos a mi lado nuevamente era el mejor regalo que podía tener en mi vida, aunque aún me dolía no haber visto como mi bebé crecía, la emoción de verlo aún no se quitaba de mi rostro.

Había crecido tanto en los cinco años en que no estuve y a pesar de que todos los días mi cabeza no dejaba de imaginar como él estaría con Natalia, como sería, si aquellos rizos aún existirían o mi corazón lloraba cuándo llegaba a la fecha de su cumpleaños, la verdad es que jamás me imaginé que sería tan hermoso, tan perfecto.

—¿Cómo estás amor?— me susurró Natalia en el oído para no despertar a Miki quién no dejaba de acomodarse más cerca de mí en la cama —Parece que alguien cayó rendido —ambas reímos por ello y yo no dudé en acariciar su mejilla, extrañaba tanto tener la oportunidad de acariciarla y cada cariño que ella me había dado alguna vez era lo único que me mantuvo con vida todo el tiempo que pasamos alejada.

—Te amo Natalia— le dije con una sonrisa y ella asintió mientras acomodaba algunos mechones de mi cabello detrás de mi oreja para luego acercarse lo suficiente como para seguir besándome — los extrañé tanto — contesté y ella se limitó a sentarse a mi lado de la cama mientras acariciaba mi cabello.

—Lo sé, nosotros también lo hicimos Albi—el dolor de haberlos dejado por tanto tiempo volvió a mí y unas cuántas lágrimas cayeron por ello — pero siempre supe que regresarías, de hecho con Miki teníamos un juego dónde nos quedábamos todas las tardes para ver si tú llegabas —una sonrisa invadió mis labios al escuchar aquello —cuándo apareciste no podía creerlo —yo tampoco podía creer que la pelinegra más hermosa que haya visto estuviera en aquel asiento esperándome, parecía un sueño demasiado hermoso para ser verdad, especialmente cuando sentí alrededor mío los brazos de Miki abrazándome lo más fuerte que podía.

Después de aquel momento, nuestra vida había sido llenada de felicidad, ya que decidimos viajar alrededor del mundo buscando aquel lugar que Natalia me había prometido hace tanto tiempo atrás, a pesar de que llevábamos casi dos años en ello y cientos de momentos que siempre van a ser mis favoritos, aún no encontrábamos ese lugar al cuál podríamos decirle hogar.

Por eso habíamos decidido buscarlo en América dónde parecía que los sueños no tenían límites y ambas deseábamos que éste sea el último barco en dónde nos embarquemos.

—Quiero mostrarte algo mi sol —escuchar aquello se sentía como estar en el paraíso, especialmente al sentir las manos de Natalia junto las mías como sino hubiera nada más perfecto que aquel momento, ella me ayudó a levantarme mientras yo arropaba a Miki para que siguiera durmiendo—Tranquila, no tardaremos mucho— me confirmó sabiendo que odiaba dejar a Miki, luego de cinco años sin tenerlo junto a mí, no podía pensar ni un segundo sin tenerlo en mis brazos osin escuchar sus largas conversaciones sobre cualquier cosa.

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Había visitado lugares que mi imaginación jamás hubiera podido pintar, había vivido experiencias que nunca pensé que sería capaz de vivir y había sentido el amor a flor de piel dos veces y en la última trataba de que esta vez fuera por siempre como nos habíamos prometido hace años atrás. También había vivido el desprecio del mundo solo por amar a alguien, había sido marcada, había pecado de tantas formas posibles, sin embargo, ninguna de esas situaciones podría cambiarlas de mi repertorio de momentos, porque todas ellas se unían para mostrarme el hermoso mundo que aquellos ojos marrones me ofrecían a través de sus cariños y sus palabras.

Podía ser marcada cientos de veces más solo para poder vivir entre los brazos de aquella pelinegra que me había robado el corazón y ahora ella trataba de ofrecerme un mundo que no conocía, pero que no me daba miedo a arriesgarme a buscarlo porque siempre la tenía a ella protegiéndome de cualquier cosa.

La amaba, tal vez más que mi propia vida y todo su ser había sido capaz de marcarme de una forma que nadie más había hecho jamás. Cada toque de su suave piel contra la mía, cada cariño, cada beso, me hacía sentir que deseaba pecar toda mi vida porque ella lo valía.

—Es una hermosa noche —comenté mientras veía como el cielo estrellado se encontraba sobre nuestras cabezas, Natalia asintió y no dudó en besar mi mejilla, en la cubierta no se encontraba ni una sola alma andante, así que teníamos la libertad de demostrarnos todo el cariño que quisiéramos.

Habíamos aprendido a demostrar de a poco nuestro amor y saber que unos cortos minutos en dónde nuestras manos podían rozar frente a las personas, era nuestro pedacito de felicidad y sellaba el amor que habíamos decidido vivir desde la primera vez que nuestros labios se conocieron y se hicieron tan íntimos.

Natalia tomó mi mano para acercarme a la baranda que nos separaba de un mar negro e inhóspito, sus ojos brillaban más que nunca esta noche y yo sabía el porque, hoy se cumplían ocho años desde la primera vez que la vi y aún así seguía siendo igual o hasta más hermosa de lo que mis recuerdos podían imaginar.

Sus manos tomaron protagonismo al sacar un mechón que caía en mi moño improvisado y sus labios se veían tan seductores que no podía dejar de pensar en ellos, sin embargo, su voz tan cálida y rasposa me hizo concentrarme en su rostro y la belleza que no podía ser humana que ella demostraba.

—Te amo Alba Reche de una forma que cualquiera que nos viera pensaría que es un pecado, sin embargo, estoy segura que lo dice porque esas personas también desearían vivir esto aunque sea unos minutos de su vida —mis mejillas se sonrojaron ante aquello —y creo que no me va a alcanzar la vida para agradecer a quién te puso en mi camino, porque eras, eres y serás siempre lo mejor que me ha pasado —sus palabras se mezclaban con la suave brisa del mar y su cabello era movido con una sincronía que hacía que todo pareciera un sueño —y hoy estoy aquí porque quiero que el cielo y todo lo que hay detrás de él, sean testigos de que hoy juro enlazar mi vida por siempre con la tuya, quiero que tus pecados sean los míos y que velar por cumplir tus más grandes sueños sea la razón de mi existencia —Natalia no dudó en besarme en quizás el beso más hermoso que he recibido de su parte y yo no podía dejar aquellos luceros que fácilmente podían confundirse con estrellas, por la belleza que podían irradiar —Quiero pasar cada minuto de mi vida creando caminos en tu piel y que cada centímetro de ella sea para mí como una obra de arte de los mismísimos ángeles, quiero estar contigo por siempre mi diosa—las palabras de Natalia me llegaron hasta lo más profundo de mi ser, ella era perfecta en todos los sentidos posibles y sabía que su corazón había estado presente en cada una de las palabras que me había dicho.

—Y yo quiero que mis labios se pierdan en los tuyos por toda la eternidad, quiero ser la chica por la cuál suspiras y deseas seguir viviendo cada día como si fuera el último —Suspiré mientras trataba de crear las más hermosas poesías que mis palabras podían dedicarle—quiero ser digna de tu pecho y de cada lugar de tu cuerpo, quiero ser aquella con la que compartas tus más grandes miedos y a la que veas envejecer a tu lado, quiero confirmar al cielo que me dieron la mejor persona que pueda existir y a pesar de todo, siempre amaré cada minuto de vida que he pasado con mi luna —Nuestros labios sellaron aquella declaración y una lluvia de estrellas en el cielo se hizo cargo de confirmar que nuestro para siempre solo estaba comenzando aquella noche.

Bueno...Se acabó. Mira que llorera mas tonta.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2020 ⏰

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