Capítulo 12

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El baile estaba a solo una semana de distancia y los vestidos de gala se acumulaban en los percheros del local.

Como una lluvia de telas de colores se mostraban organizados aquellos vestidos que esperaban con entusiasmo poder ser estrenados.

Las chicas no dejaban de llegar a todo momento para interrumpir nuestro trabajo y pedirnos los vestidos para poder probárselos ó para llevárselos finalmente a sus casas para que el vestido esperara con su dueña al lado.

Pero la emoción no solo se veía en la tienda sino que lo hacía en cualquier rincón de Madrid como si aquel baile fuera capaz de envolver a todo el pueblo de una sábana de celebración. Nunca había entendido el significado de aquel baile, no obstante, había ido a él incontables veces antes de casarme y sabía la emoción que envolvía a cada chica joven del pueblo, ya que era una oportunidad perfecta para conocer chicos y posibles pretendientes.

Yo también había tenido aquella ilusión en un tiempo lejano, la cuál fue rápidamente disipada al año después de mi casamiento dónde iba con Mikel y ya no era aquella adolescente con cientos de sueños de salir de este pueblo y aventurarme al mundo.

Londres estuvo en mi mente por años, las calles parisinas me llamaban a gritos y Milán era un sueño en vida, sin embargo, todos esos planes se desdibujaron con el paso del tiempo y el choque contra la realidad que era darme cuenta que estaba aprisionada en un matrimonio que no deseaba, con alguien que no amaba y con el cuál no pensaba ser recíproca.

Creo que ese fue el momento de mi vida dónde pude decir que estaba viva, dónde luché por seguir mis ideales y no los que todo el mundo esperaba de mí. No obstante, en algún momento simplemente desfallecí en el piso, después de tantos sueños rotos, palabras falsas y golpes que iban y venían de mi vida.

Como una rosa en el invierno, solo me dejé llevar por la fría tempestad que azotó por tantos años mis sentidos, sin embargo, en los últimos meses me he dado cuenta que aquel invierno estaba cambiando de página y de a poco le estaba dando una nueva oportunidad a la primavera para aparecer en mi vida.

Pero el problema de ello estaba en el hecho de que había vivido tanto tiempo en gélidas nevadas que ahora tenía miedo de derretirme frente a los tímidos rayos del sol sobre mi piel.

No obstante, mi corazón pedía a gritos que le diera una oportunidad confiada a que la primavera no me dañaría y creo que ya era hora que dejara hablar a mi corazón y no a mi cerebro.

Quería comenzar a vivir y sabía que aquella idea solo había nacido por su presencia en mi vida.

Sweet DispositionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora