3. Alku, Ferdinand

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Imagina toda tu vida sin poder sentir algo, sin tener reacciones, nervios, tristeza, felicidad, enojo, empatía, ¿te imaginas? Interpretar emociones para creer que estas vivo. ¿Qué pasaría si un día dejara de no sentir? Pues ni si quiera sé cómo reaccionar ante esa posibilidad, pero eso nunca pasara o ¿tal vez sí?

Al entrar al teatro se notaba el ajetreo, personas moviéndose por el escenario acompañado de algarabía. Me presentaron al grupo Luojat y Luovuus. Me ubique en la segunda fila detrás de los Luojat y comenzó la función, se apagan las luces y el telón se abre. En ese momento la voz de un chico resonó.

- ¡NO ES JUSTO! ¡ME NIEGO A QUE NO ME ACEPTEN! –grito el chico provocando muchos susurros, las luces se prendieron. He aquí el enigma con ese chico, porque acabó de sentir los latidos de mi corazón.

Los sentimientos dan color a la vida y razón, pueden ser buenos y malos, solo trata de proyectar tu vida sin ellos, rodeada de las personas que amas y no sentir ese amor o fracasar en algo que te hacía mucha ilusión y no poder sentir emoción alguna o algo peor no poder sentir felicidad. Así que poder sentir por lo menos los latidos de mi corazón me dio esperanza.

El chico enigmático es de tamaño promedio, cabello oscuro con puntas color ámbar, su cabello son rizos feroces que están desordenados por su alteración, además, ¿esta bronceado? sus ojos son oscuros y grandes. Que sujeto tan llamativo.

- ¡PUEDO HACER PAPEL DE MUJER PERFECTAMENTE! –dijo chico caminando de extremo a extremo del escenario.

-Pero no eres una. Baja de ahí, deja de hacer el ridículo. –dijo el padre de Mak, director del Taikuutta

- ¡QUE ME SÉ EL DIAGOLO! VERDANI ES LA SEGUNDA NORNA, ¿SIGO? –dijo el chico muy enojado.

-Pues sí, pero ya están las actoras y tú por muy bueno que seas; no eres una chica. –respondió otro chico con serenidad.

-Está bien, pero el talento no tiene género. Ustedes se lo pierden. –dijo el chico resignado bajando del escenario.

En ese momento, el fijó su mirada en mí y silbando cruza los asientos delanteros y se acomoda a mi lado. Yo lo miro por el rabillo del ojo.

-entonces, mi belleza latina te ha dejado en estado de conmoción? -dijo el chico

El enigmático chico no está bronceado, es latino; creía que solo yo era diferente por aquí; ese chico es más extravagante y claro que estoy en estado de conmoción. Siento mis latidos, es como aprender a nadar.

-Pues, toda mi vida he pensado que soy la única en Turku que llama la atención. –dije lo cual me alerto porque yo no sería capaz de decir algo así. Sigo sin mirar a los ojos al chico.

- ¡Pero yo no muerdo chica! –se ríe- y no te culpo, yo también sentí que era el único; aunque tú sí que llamas la atención con tu aura. –dijo el chico mirándome.

- Ojalá pudiera ver yo mi aura. –conteste aún sin mirarlo.

-Pues si lo vieras te asustarías. –contesto apartando la miranda.

Nos reímos. Mi risa fue autentica.

-Estoy harto de que no permitan que chicos y chicas hagan papeles más allá de su género. –dijo viendo como actuaban las tres chicas, estaban contando algo sobre las nornas. –por cierto, soy Ferdinand. –continuo. Extendía su mano hacia mi

Ferdinand, eres un enigma, acabas de levantarme de mi monotonía.

-Soy Hazel y estoy segura que serias una norna muy llamativa. –dije estrechando su mano.

-Me aprendí el guion completo, de todas las nornas. Romper barreras, eso quiero. –Dijo dedicándome una sonrisa tan cálida como él.

- ¿No eres de Finlandia verdad? –dije cayendo en cuenta que me he convertido en esas personas que no me quería topar. –lo siento yo.

-No, No, tranquila; todo bien. –dijo al instante. – ¿Te sorprendería si te digo que soy de Turku? –dijo

En ese momento, un pequeño impulso de alegría quiso dominar a mi cerebro, pues no soy la única con un aspecto llamativo, además Ferdinand me inspira seguridad, pero obviamente no la siento; hay cosas que nunca cambian.

-Pues sí. –respondí muy sincera. – y-yo también. –dije al instante.

La práctica de la obra acabo y todos aplaudieron; es toda una movida lo que pasa en el teatro. Definitivamente volveré.

Todos recogían sus cosas y salíamos del teatro, los grupos estaban muy cansados, muchos viven lejos del teatro así que se van directo a la parada central. Los Tuuli se me acercaron a preguntarme si me sorprendieron, está claro que así fue. Se despidieron tomando caminos diferentes.

Y aquí estoy, en las afueras del teatro anonadada por todo lo que acabo de vivir, es increíble porque tengo 16 años y me siento como los niños que veo en el parque corriendo. Pero no estaba sola.

A mi lado está Ferdinand, el chico enigmático.

- ¿Eres del grupo Tuuli? –dijo acomodándose un gran abrigo celeste. En la luz de la tarde, me doy cuenta que su atuendo son pantalones acampanados color caqui y una camisa rosa pastel.

-Hasta que se den cuenta que no les aporto nada. –dije entrecerrando los ojos a causa de la brisa fría

-Oh, ¿Por qué dices eso? –dijo Ferdinand mientras caminaba.

-Bueno, yo nunca he tenido un talento o cualidad para poder hacer algo. –dije de nuevo sin darme cuenta que estaba soltándome. Eso nunca había pasado.

-Me pasaba lo mismo, cuando era más pequeño; encontré la fotografía y de la fotografía descubrí la actuación, todo empezó así. –dijo mientras caminábamos. –¿te apetece un café? –dijo señalando la cafetería donde trabaja la chica del bus.

-Por más que busque, no encuentro nada. –dije- y sobre el café, creo que será otro día Ferdinand. –dije frunciendo los labios.

-Ya lo encontraras, Hazel. Por cierto ¿me pasas tu número? –dijo Ferdinand.

-Seguro. –dije.

Nos añadimos a contactos.

-Por cierto, solo Fer. –dijo mientras guiñaba el ojo.

El autobús estaba en camino.

-Bueno Fer, ahí está mi autobús. –dije

- ¿Casualidad? también es mi autobús. –dijo Fer con sinceridad.

Así estamos; en el mismo autobús, hacia la misma parada. No me sorprendería que viviera en mi hilera.




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