Nada pasó lili, nada pasó, las lágrimas volvieron a salir y entonces el castaño abrió sus ojos, no recordaba nada y solo esperaba que nada hubiera ocurrido.
— Hola — murmuró gruñendo por el dolor de cabeza que parecía también tener, no dije nada, solo empecé a llorar y entonces me miro con preocupación — Oye.. ¿porque lloras? — se acerco pero yo retrocedi sintiéndome asqueada, apenas hace un día me había entregado a Cole y ... no, no Dios no por favor, rogue en mis pensamientos aturdida por lo que mi cabeza imaginaba.
Los toques en la puerta me hicieron dar un brinco nerviosa, asustada, Casey y yo nos miramos para luego mirar la puerta de color marrón y entonces los toques volvieron a sonar, cada vez eran más fuerte y quien fuera estaba desesperado.
— Casey soy Cole — y eso bastó para que quisiese morir, desmayarme, no, no podía ser él, no ahora, no ahí — casey estoy desesperado me dijeron que te vieron en una fiesta con lili anoche, se que estas ahí, te... los vieron llegar anoche — seguí llorando negándole a mi amigo para que no abriera, parecía debatirse si hacerlo — ¡Casey! — ese grito me hizo estremecer, estaba enojado y si nos veía así iba a imaginar cosas que ni yo sabía — Maldicion abre se que me están escuchando — negué abrazandome, intentando tapar mis senos que el sujetador no cubría del todo.
— ¡Que carajos! — solto la voz de esa chica que llevaba meses conociendo y entonces la vida me volvió al cuerpo, Nara, la chica se levantaba de un mueble en el que no había reparado por mi pánico repentino, estaba ahí solo con una camisa que parecía de Casey — Yo abriré — rugió rodando los ojos — tú — me señalo — ve a ponerte algo que vomistaste toda tu ropa anoche, ¡tu Casey vístete! — chillo y entendí el porque de mi desnudez, gracias al cielo había sido solo vomito — yo abrire — sin protestar me adentre en el baño con un súper suéter que Casey me tendió, Nara era una chica de mucho carácter, uno que a mi me faltaba.
Escuche la voz de Cole en la habitación y quisiera decir que no sentí nada, pero no, mi corazón se aceleraba y me sentía aun más lastimada, no quería verlo, no quería saber nada de él. Me puse los zapatos y el enorme suéter que llegaba hasta mis rodillas, lavé mi rostro y me hice una coleta, lucia fatal y el dolor de cabeza no paraba, tome una larga aspiración y con mis manos cosquillando y queriendo llorar en los brazos de mamá salí.
Ahí estaba, despeinado, luciendo faltal, no sabia quien se hallaba peor en esos momentos, si él o yo, sus azules que lucían tan triste me miraron como si la vida hubiera recuperado el sentido con solo verme, sentia mis defensas caer, pero me repetí internamente que no debia creerle, esa debía ser una estupida actuación, ella esperaba un hijo de él.
Camine sin mencionar palabra alguna saliendo del lugar, me seguía como era de esperarse, me seguía, las lágrimas se acumulaban, mi corazón se había rasgado, un temblor incontrolable se adueñó de mis manos.
— ¿Que ocurrió? — segui caminando no lo escucharía — regrese y esa carta Lili, mierda no entiendo nada mi teléfono estaba roto y solo.. explícame mi amor — seguia caminando sintiendo que se me iba la vida en cada paso que daba, sintiendo que laceraba mi piel con sus palabras — Te amo y... — me detuve, dejé de escuchar lo que decía sintiendo un zumbido más ese dolor de cabeza, las lágrimas ya estaban ahí como demostración de lo débil que era, mi corazón amenazaba con salirse y el nudo en mi garganta que me decía que no podía más, debí haber escuchado mal.
— ¡Pudrete Cole! — grite llena de ira encarandolo, un gesto dolido se apoderó de sus facciones, actuaba — déjame en paz, déjame ir, aléjate — sentí que me asfixiaba y si no le gritaba lo que sentía moriría ahí, podía jurar que mi rostro se encontraba rojo mientras empuñaba mis manos ejerciendo presión en ellas, clavando mis uñas en mi piel, no dolía, todo el dolor que podía sentir en ese momento era el dolor de mi alma que se me estaba siendo arrebatada.
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Perdón Por Amarte |TERMINADA|
RomanceEl mundo universitario, probablemente el que todos deseamos a cierta edad de nuestras vidas, así como era el anhelo de Lili Reinhart, una chica de diecisiete años recién llegada a la universidad de Princeton, medicina siempre pareció ser la mejor op...