36. Él te ama.

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El destino lo quiso así, yo no quise escuchar, él no me había hablado con la verdad, pensar en todo los malos entendidos de los que fuimos víctimas, ambos, en ese momento quise creer que la vida quiso que así ocurriera, pero no se sentía bien, me sentía incluso peor que en aquellos días, lo había perdido.

La brisa movía mi cabello, la fría brisa del otoño, caminaba en ese parque que tantas veces visite con él, ahora estaba ahí con Camila quien me contaba lo que había pasado, sentía tanta nostalgia al estar ahí, los recuerdo barrer mi cuerpo como si una marea se tratara, ella me decía lo mal que había sido ese primer año para él, lo mucho que Tessa lo había sanado, ella fue todo lo que yo no fui, no me culpaba era una chica que solo acababa de cumplir dieciocho años y el destino jugo en nuestra contra, mire el cielo sintiendo un nundo formarse y estrujar mi estomago, mi garganta escuece y los ojos pican por dejar salir el dolor, el cielo estaba tan hermoso, era como si quisiera decirme que eso debía pasar, con mi vista perdida ahi le pregunte el porque, porque nos había hecho sufrir tanto, fui una ciega pero ya no tenía caso.

— Él perdono a Amelia, es el padrino de su bebé y aunque es algo odioso con ella son amigos o eso intenta, ella asistió a terapia, aún lo hace — no me importaba eso a decir verdad, él aunque se había empeñado en ser un arrogante no lo era, era noble y estando ahí solo podía pensar en que Cole en verdad me amaba, ese te amo que había creído falso había sido sincero, él me amaba — la vida fue tan injusta con ustedes, cuando Ben me contó sintiéndose culpable por aquella conversación que escuchaste y solo enredó más las cosas, no lo podía creer, todo parecía ser sacado de una telenovelas.

Abri la caja color rosa que Dennis me había entregado aquel día en el aeropuerto y que durante esos dos años anduvo conmigo, mi pecho se sintió triste, mi vista estaba nublada y ya no me importaba dejar salir ese líquido salado, parecer fuerte no era mi prioridad, ya no, había una pequeña tarjeta, al abrirla mi corazón que había estado roto por esos dos años pareció recobrar sentido y esas piezas agrietadas dejaron de estarlo.

Te amo mi Venus, felices dieciocho, porque este sea el primer cumpleaños de toda la eternidad juntos.

Sonrie, sin tan solo fuera sido valiente y la hubiera abierto aquel día, tal vez todo fuera sido distinto, mire la delgada cadena dorada que tenia un pequeño estetoscopio como dije, sentí que todo aquello que parecía muerto cobraba vida, que aunque Cole Sprouse había hecho su vida, aunque ya se hubiera resignado a no verme más, a que interara ser feliz con alguien más, no importaba, él me había amado, yo Lili Reinhart había sido el gran amor de su vida, abrace a Camila llorando sin parar, lagrimas salían sin cesar, lagrimas de felicidad, había sido un amor puro, real y eso me bastaba.



.....


— Es solo una revisión, tiene una simple gripa, recetale algo, en el consultorio esta mi sello — negué nerviosa — Lili estuviste en los suburbios de la frontera ayudando a todos eso niños, necesito irme, mi hija me espera en ese recital y voy tarde — solte todo el aire que mis pulmones retenía resignada, nerviosa, camine hasta su consultorio aferrando mi mano a aquel dije que colgaba en mi cuello, esa pequeña cadena era lo que me quedaba de mi gran amor.

No sabía si estaba lista para tanto, al llegar a New York sabía que cosas así podían ocurrir pero tal parecía que mi vida era toda una telenovelas, ahí estaba Amelia con su bebé en brazos reviviendo una vez más ese pasado que me había marcado.

— Lili — mustio bajito, pase sonriendole al pequeño de solo un año y algunos meses, me senté en el asiento del doctor Ferrer.

— Bueno... — mire la carpeta con el expediente del pequeño — Thomas.. todo esta muy bien, solo es una pequeña gripa que en días se le pasara, le recetare algunos medicamentos y.. — empecé a escribir los nombres de los medicamentos y las indicaciones para que el pequeño mejorara — traerlo si notas que empeora, debería mejorar — le tendi las recetas, ella no dejaba de mirarme, lucia cambiada, un poco descuidada, su altivez ya no estaba — que tal si me dejas revisarlo — asintió y tomando a la dulzura regordete me dediqué examinarlo un poco en una camilla en el pequeño consultorio.

Perdón Por Amarte         |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora