7-Paz y Lucha

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Gajeel limpió el sudor de su frente, se quitó la mascarilla una vez terminada la limpieza de la casa del mago. Era increíble la cantidad de trastos y escombros que tenía almacenados. La casa tampoco es que fuera muy buena en lo que arquitectura se refería, había sufrido tantos destrozos y arreglos de chapuza, que era un milagro que no se le hubiera caído encima en algún momento.

Salió de la casa para poder respirar algo de aire fresco. Al mirar a su alrededor, vio que aquel lugar tan apartado era mejor de lo que pensaba, en un bosque, con un río cerca y toda la paz que uno podía desear. Pero no encontraba algo, o mejor dicho, a alguien.

—¡Natsu!—grito para llamar a su amigo.

No estaba donde le había dejado la última vez.

—Este chico...¿donde estará?—echó a andar por el lugar, por suerte, utilizó su olfato para poder encontrarlo.

Camino por la senda del bosque hasta encontrar una cascada donde había entrenado alguna vez. No estaba bajo ella, pero si en un pequeño trozo, meditando en una roca completamente plana y con los ojos cerrados.

—Es extraño que Natsu medite, no es su estilo de entrenamiento—susurro observando.

Aguardo durante al menos unos diez minutos, no quería interrumpir tampoco aquel momento de paz, pero era necesario hablar con él.

—Oye, Salamander—llamó este.

Lentamente fue abriendo los ojos, ahora presentaban un mejor aspecto que antes, con algo de vida al menos.

—Gajeel, estaba meditando—se levantó y estiró un poco sus agarrotadas piernas.

—Lamento interrumpir tu mediación, pero he terminado de limpiar la casa—le dijo con una sonrisa.

—Ya veo...gracias—esbozó una sonrisa, una sincera y agradecida—¿puedo pedirte un favor?—le pregunto crujiendo los dedos para terminar de despejarse.

—¿Eh?, ¿de qué se trata?—pregunto con curiosidad.

—Pelea conmigo.

Ambos esbozaron una sonrisa cómplice, había pasado mucho tiempo desde la última vez que cruzaron puños.

—Acepto...gihi.

—Pero no aquí, hay muchos animales y no quisiera destruir esta zona. Vayamos a un lugar donde no causemos daño alguno—indicó con su dedo una dirección.

Al llegar, cada uno estaba situado encima de una roca a pocos metros del otro. Adoptando una postura de combate, dio comienzo el duelo.

—¡Puño del dragón de fuego!—envuelto en llamas, lanzó a su oponente un gran gancho.

Pero Gajeel lo detuvo con su mano convertida en metal.

—Buen intento—felicitó este—¡rugido del dragón de hierro!—Natsu logró agacharse en el momento preciso para esquivarlo. El ataque impacto en una pequeña montaña que al recibir semejante ataque, acabo hecho polvo y granito.

Los demonios también aman(NaMi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora