Capítulo 5

963 22 0
                                    

Estaba esperando a mi jefe que se había quedado hablando con su amigo el farmacéutico... Cuando regresó subió al auto y empezó a manejar.

- Tienes que venir con Emilio cada que te llame, ¿entendiste?.

- Si... y no se preocupe yo tampoco quiero salir embarazada y menos de usted.

Soltó una carcajada como si acabara de contarle un chiste - serías afortunada de que tuvieras un hijo mío Fernanda .

Ésta vez era yo la que me reía... afortunado sería él de que yo quisiera tener un hijo suyo... si ya era muy afortunado de ser el primer hombre con el que tenía sexo y de haberme convencido de firmar ese contrato para ser su amante... aunque cómo no aceptar si éste hombre era el sueño húmedo de cualquier mujer.

- Afortunada lo dudo - dije y él sólo me miró serio.

Llegamos hasta su edificio y él entró al sótano donde se encontraba el estacionamiento, bajamos de su auto y caminé con él de la mano hasta el elevador, miré que presionó el botón 18 y las puertas se cerraron.

Mi querido jefe no perdió tiempo de meterme mano... Me recargó en la pared y me besó mientras con una de sus manos apretaba mis senos... sentía el gran bulto que tenía debajo de la cremallera de su pantalón.

- Si no tuvieras puesto ese pantalón aquí mismo te volvía a hacer mía - me dijo al oído mientras me daba pequeños mordiscos en el cuello.

Sentí una corriente eléctrica en todo mi cuerpo, hacía apenas unas horas que había estado con él, todavía sentía el ardor en mi vagina y me había dicho que tendríamos sexo todo el fin de semana sólo por haberme ido con mis amigos, aunque dudaba que pudiera aguantar tanto, sólo que fuera un buen amante en la cama, aunque para mí era un buen amante ya que era el único hombre con el que había estado.

La puerta del elevador se abrió, me agarró de la mano y salió conmigo de ahí a paso rápido, apenas abrió la puerta de su departamento y se volvió a lanzar sobre mí, arrinconándome entre la pared y él.

- Ahora ya no lo haré con cuidado, ésta vez quiero hacerte mía de todas las formas posibles - me dijo mirándome a los ojos, con sus ojos verdosos brillantes llenos de lujuria.

Yo sólo trague saliva, se deshizo de mi blusa de un sólo movimiento, me miró las mordidas que me había dejado y las acarició con uno de sus dedos. Me empezó a desbotonar mi pantalón sin dejar de besarme.

Éste hombre subía mi temperatura con tan sólo mirarme, yo también le quité su corbata y después su camisa, también le miré mordidas muy marcadas en su pecho, se las toqué, él sólo me miró, después agarró mi mano con la que estaba tocándolo y metió mis dedos en su boca - puedes morderme y rasguñarme todo lo que quieras pero sólo donde no se me miren a la vista de las demás personas entendido - asentí.

Me cargó de las nalgas y me llevó hasta su habitación sin dejar de besarme en los labios, me acostó en la cama y se acomodó arriba de mí para empezar a tocarme aún con mi sostén puesto y mi pantalón.

Se deshizo de mi sostén y se entretuvo en mis senos pasando de uno a otro, sentí que bajó una de sus manos y las metió debajo de mi pantalón y mi braga, empezó a acariciar mi clítoris dándome pequeños masajes.

- Ahhh - solté un gemido de placer.

- ¿Aún te duele? - me pregunto con su voz ronca... - negué.

- No... pero me arde.

- Sólo será por unos días, después no sentirás más que placer.

Se puso de pie y me quitó los botines, después siguió con mi pantalón y mi braga, sin dejar de verme en su cama completamente desnuda con sus ojos muy brillosos... Se empezó a quitar el pantalón junto con su ropa interior.

- Sólo no me lastime - le dije ya cuando estaba desnudo y con su enorme miembro erecto, que me hacía temblar sólo con ver su tamaño y grosor.

- Si te portas bien y no te pones a la defensiva conmigo, prometo no lastimarte... ahora acomódate en medio de la cama poniendo tu cabeza en las almohadas.

Hice lo que me pidió y miré que se acercó hasta el minicomponente y puso música clásica, después regresó hasta dónde estaba yo y se puso de rodillas, me agarró una de mis piernas y la empezó a besar desde los dedos de los pies hasta mi entrepierna, después siguió con la otra.

- Te voy a enseñar a tocar el cielo - dijo - sabrás que es el buen sexo Fernanda ... serás mía de todas las maneras que te puedas imaginar.

Se acomodó arriba de mí y me empezó a devorar, su lengua estaba dentro de mi boca y sus manos me apretaban con fuerza mis nalgas..

- ¡Por Dios Fernanda estás tan exquisita! - decía mientras besaba mi cuello... Sentí como me agarró del cabello para que levantara mi cabeza y así le diera mejor acceso a mi cuello. Fue bajando hasta mis senos mordiendo mis pezones con cuidado mientra me los apretaba con ambas manos.

Sus labios fueron bajando poco a poco hasta llegar a mi entrepierna, cuando sentí su lengua jugando con mi clítoris un - ahhhh - salió de mi garganta.. apreté la sábana con mis manos y arqueé mi espalda al sentir como penetraba uno de sus dedos, mientras con su lengua acariciaba mi vagina dándome pequeñas mordidas..

- ¿Te gusta? ... ¿dime si te gusta? - me preguntaba mirándome a los ojos, yo asentía mientras mordia mis labios - no te escucho.

-Si... ahhhh - si... si me gusta - sentí su lengua entrando en mí y mi cabeza la incliné hacia atrás, estaba apunto de tener un orgasmo - ¡por Dios! - decía mientras clavaba mis uñas en la sábanas - no siga - ahhh - pare por favor.

Pero por más que le suplicaba que parara más metía su lengua en mi vagina y con uno de sus dedos masajeaba mi clítoris - ¡si quieres grita no importa... porque no pienso parar!.

Ésta vez sentí que metió dos de sus dedos y empezó a hacer círculos dentro de mí, mientras los metía y los sacaba.

- ¡Arggg... oh por Dios ésto es delicioso.. ahhh!. - Levanté mis caderas cuando el orgasmo inundó mi cuerpo, las contracciones aparecieron - ayyy... ahhh - mi jefe no dejaba de meter y sacar sus dedos y eso hacía que sintiera más placer.

Mi corazón latía rápido, mi pecho subía y bajaba, aún sentía los dedos de mi jefe entrando y saliendo, levanté mi cabeza recargándome en mis codos para verlo y él estaba mirándome con lujuria, miré cómo sacó sus dedos húmedos llenos de mis jugos y se los metió en la boca.

- A veces no es necesario penetrar a una mujer para hacer que tenga un orgasmo, sólo quería prepararte para que me recibieras, ahora sí estás lo suficientemente húmeda para hacerte mía.

Contrato de sexo con mi jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora