Capítulo 12

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Me bebí el agua que aún tenía en mi vaso... - suspiré profundo... ¿porqué entre tantos bancos que había en todo Nueva York Octavio precisamente tenía que elegir a donde trabajó yo? - pensé en silencio.

- ¿Ahora si me va a decir que fue todo ése numerito que hizo... señorita Navarro?. - preguntó mi jefe muy serio.

- No pienso contarle mi vida personal a usted señor... confórmese con que soy su amante.. - por su puesto que no le iba a contar mi vida a éste señor con el que me estaba acostando.

- Está bien, no le seguiré preguntando... pero tenga en cuenta que usted es mi asistente y que antes de que los clientes lleguen a mi oficina primero tienen que pasar por la oficina de usted y el señor Cornejo mañana a primera hora irá al Banco por su chequera y tarjetas bancarias porque, como sabe es un cliente muy importante y usted en persona se va a encargar de atenderlo.

Mi odioso jefe se puso de pie, sacó billetes de su cartera, los puso sobre la mesa y salió del restaurante.

- ¡Usted no puede obligarme a que yo en persona atienda a Octavio! - dije cuando los dos subimos a su auto.

- Entonces, usted conoce muy bien a ése hombre señorita Navarro.... porque yo en ningún momento dije su nombre sólo pronuncié sus apellidos.

Me puse el cinturón de seguridad y me crucé de brazos - Si lo conozco, por eso no quiero que él me vea... y si ya fue todo por hoy me gustaría que me llevara a mi departamento.

- Si fue todo por hoy... pero no la llevaré a su casa, iremos a mi departamento... - lo miré por encima del hombro.

En todo el camino ninguno de los dos habló, cuando llegamos a su departamento él sacó una laptop y se puso a llenar unos informes para que mañana a primera hora Octavio pasara al banco.

- Estoy cansada, me gustaría irme a mi departamento a descansar - le dije sentándome a un lado de él.

- Puede descansar aquí, yo más tarde la llevo a su casa.

Me levanté molesta.

- ¿Al menos puedo darme un regaderazo?

- Sí.. - respondió sin siquiera verme.

Me fui a su habitación, me desnudé y me fui a duchar, me quedé bajo el chorro de agua tibia por varios segundo - nunca pensé volver a verte Octavio - dije casi en un susurro.

- ¿Acaso está hablando sola? - preguntó mi jefe quien estaba detrás de mí desnudo.

- Sólo estaba pensado en voz alta - respondí.

Sentí cuando empezó a besar mi espalda... ¿acaso éste hombre no tenia llenadero?, sólo se la quería pasar adentro y encima de mí... tuvimos sexo ahí en el baño y terminamos en su cama.

Yo estaba boca abajo mientras él acariciaba mi espalda desnuda con uno de sus dedos.

- ¿De dónde conoce a ése tal Octavio? - me preguntó - volteo a verlo y él estaba recostado sobre un par de almohadas con una mano debajo de su cabeza y su vista al techo.

- No importa - contesté.

Volteó a verme, me quitó un mechón de cabello y lo puso detrás de mi oreja.

- Sí importa... porque algo me dice que tú eres esa persona importante que le mandó un mensaje después de cinco años - yo sólo apreté mis dientes.

- Creo que es hora de que me lleve a mi departamento - dije... me levanté de la cama y me empecé a vestir.

- Fernanda, puedes confiar en mí... ¿porqué no me dices de dónde conoces a ése tipo? - Manuel hizo que me sentara en la cama.

- ¿Si le digo promete que no me obligará a que yo personalmente lo atienda mañana cuando vaya a firmar para que se le entregue su chequera y sus tarjetas bancarias?

- Está bien, si me dices yo mismo atiendo a Octavio Cornejo Rodríguez en persona... y nunca tendrás que verlo.

Con tal de que no me hiciera ver a Octavio empecé a contarle de donde lo conocía.

- A él lo conozco porque es del mismo pueblo de donde soy yo... fuimos novios durante dos años hace cinco años... él fue mi primer novio y el único novio que he tenido.

- Y de seguro terminó rompiéndote el corazón... por eso no quieres verlo - negué con la cabeza.

- Él no me rompió el corazón... yo se lo rompí a él.

- ¿Tú le rompiste el corazón?... ¿En serio señorita Navarro?... ¿Usted le rompió el corazón a ese hombre?.

- Sí... Octavio me pidió que me casara con él cuando yo apena iba a cumplir 18 años.

- Y no quiso casarse con él... pero era lógico, si apenas era una adolescente y al parecer el es varios años mayor que usted, si ése hombre parece de mi edad....

- Usted tiene 32 años señor y él apenas cumplió 28... y si acepté casarme con él.... pero el día de la boda me arrepentí y salí corriendo dejándolo en el altar, sin novia, sin esposa y nunca he tenido el valor de verlo a la cara, para al menos darle una explicación y pedirle una disculpa.... porque fui una cobarde, salí huyendo lejos de él y desde entonces vivo aquí en Nueva York. Y hoy cuando miré su nombre en las cuentas de los nuevos clientes nunca pensé que él era la persona con la que se iba a ver en ése restaurante... por eso cuando lo miré me escondí...

Mi jefe se me quedó mirando por varios minutos en silencio.

- ¿Y porqué no te casaste con él, acaso no estabas enamorada?... - me reí entre dientes.

- Ése fue el problema, si estaba enamorada de él.. lo quería mucho... pero yo tenía sueños, quería seguir estudiando y era una joven de apenas 18 años, apenas empezaba a vivir, él ya había terminado la Universidad y yo quería estudiarla para hacer una carrera universitaria y sólo me iba a casar con él para darle gusto a mi madre... porque ella quería ser la madre de la esposa del dueño de una de las tequileras más importantes de todo Tequila Jalisco y sus alrededores.... y si fui yo quien le mandó ese mensaje del cual hablo él... se lo mandé por Facebook, él todos estos años nunca me ha dejado de mandar mensajes, mensajes que yo nunca miré, si respondí, sólo quería agradecerle por que su último mensaje fue para felicitarme por mi cumpleaños.

Mi jefe se puso de pie y se empezó a vestir.

- Pues al parecer ése hombre sigue enamorado de usted y ese mensaje que le mandó lo estuvo esperando durante estos cinco años.

- No entiendo cómo puede seguir amándome si yo le rompí el corazón, fui la persona que le hizo tanto daño.

- Suele pasar eso Fernanda, a veces las personas que más amamos son las que más daños nos hacen y aún así uno las sigue amando, incluso hay veces que las perdonamos.

Miré que mi jefe se puso muy serio... ¿Acaso a él le habían roto el corazón o él le había roto el corazón a alguien?... no quise preguntarle, yo no quería saber nada de su vida... suficiente ya era ser su amante...

Contrato de sexo con mi jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora