Caleb-(1/2)

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Caleb

Me levanté a una hora considerable para poder ir a recoger a Kayla a su casa. Luego me puse a hacer una tarea pendiente en la portátil y sin darme cuenta se pasó el tiempo y voy retrasado.

Sin más tomo las llaves del suelo, camino a la salida, donde en encuentro a mamá y saludo. Del garaje saco mi auto, enciendo el motor y me apresuro

Toco la puerta varias veces y luego de unos minutos se escucha un grito femenino amortiguado. La puerta es abierta dejándome ver a una Kayla diferente.

—¡Caleb! ¿Te pasa algo?— inquiere con el ceño fruncido, traendome a la Tierra de nuevo.

—Nada, vamos ya es tarde— replico dirigiéndome al auto seguida de ella.

—Sí. 7 faltando para las 8— suena molesta. Enciendo el motor, (de nuevo) emprendo el camino del destino.

—Lo siento. Tuve un inconveniente en casa— me encojo de hombros —Te ves bien— miento —No, te ves super genial. ¿Por qué no vistes así siempre?— curioseo.

Se sonroja como tomate a más no poder, a la vez que se remueve incómoda en el asiento del copiloto. Lleva puesto; un short corto de jean (un poco holgado) a mitad del muslo. Camiseta de seda azul, zapatos Nike negros, y medias negras, encontrándose con su short. Lentes, dos coletas altas y su típico reloj de mano. Sin maquillar.

—Rompes una regla, recuerda— mira por la ventanilla. El silencio incómodo se apodera, decido no hablar más.












Salimos del auto juntos entrando en la puerta principal de la casa. Es como un convivio familiar. Así que no es tan importante, pero lo suficiente para que mis padres me jodan que por qué no tengo novia. Sinceramente me harta la idea de tener novia a una edad predeterminada, pero bueno.

—Por acá— tomo su muñeca dirigiéndonos al patio trasero de la casa. La reunión familiar será solamente con mis padres hermanos y los hijos de estos. Mi hermana menor aún está en la pubertad.

—Vives en casa de ricos— comenta asombrada.

—No. Por algo mis padres trabajan en Ingenio— ella rueda los ojos. Llegamos al patio donde hay varias mesas con mucha comida y cosas para recrearse.

—¡Hijo!— exclama emocionada mamá acercándose a nosotros. Me tiende sus brazos, la recibo gustoso y aprieto su cuerpo al mío.

—Mamá. Ella es Kayla mi novia. Kayla, Karen— miento. Veo a la castaña, sonríe tímida y le tiende la mano, la cual rechaza para abrazarla.

—¡Es un gusto, hija! La verdad me sorprendes. No eres lo que pensé— comenta observando de arriba a abajo a Eloisa.

—¿Cómo? ¿De su agrado o desagrado?— enarca su ceja incitandola a seguir. Mi madre me ve de forma aprobatoria.

—De mi completo agrado. No eres como las demás, dejando eso. Disfruta de lo que te rodea, más tarde habrá agiteo por acá— vuelve a abrazar a Kayla quien le responde gustosa —Busca a tu padre— señala seria y se va.

—Tu madre es algo especial, me convence que sí le agrado.

—Y tú, respondes a sus cariños— me burlo. Golpea mi hombro y sí duele —Voy en busca de mi padre. Come lo que quieras y por favor, no te metas en problemas.

—Lo siento querido novio, nadie me conoce aquí. Así que ve con cuidado que te estaré esperando en algún rincón de ésta enorme casa— cambia su voz, y su tono en total sarcasmo e hipocresía.

La dejo ahí y busco a mi padre. Pregunto a una de mis tías, pero dice que no lo ha visto. Sigo y al final lo encuentro en la cocina hablando por teléfono, me ve y cuelga.

Chicos ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora