Veinticinco

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- J -

Hoy rompí tu carta. La carta que jamás tuve que haber escrito y gracias al cielo jamás te envié. Han pasado tres días desde que la escribí y aún recuerdo perfectamente cada coma, acento y punto en ella.

Han pasado casi dos semanas desde que le envié la carta a mamá y todavía no me responde. Supongo que ya debería haberle llegado, ¿será que no le interesa?

Hace un par de días papá pasó su día pescando en el muelle, pero ayer volvió a caer en cama y dudo que pueda levantarse. Me he convertido en su enfermero personal, lo cual es gracioso porque odio la sangre, pero al menos solo tengo que encargarme de que se tome su medicina. Hago lo mejor que puedo por cuidar de él.

Paso las tardes junto a él intentando llevar su dolor. Me gustaría que todo el dolor que ha sufrido estos días pueda traspasárseme a mí. Al menos así podría dormir un poco. Odio verlo en esas condiciones y cada día empeora más y más... ¿qué haré el día que se marche? Siempre que pienso en ello mi mente se nubla. Sé que ese día se aproxima, me aterra y me carcome por dentro. Está más delgado y pálido. Me mata por dentro.

- Iré al pueblo por la cena – aviso asomándome por su habitación. Tiene la mirada clavada en la ventana y sus manos enflaquecidas sobre el edredón.

- Ve con cuidado...

No esperaba que me respondiera pues su voz cada vez suena más apagada, pero hizo el esfuerzo. Ya no puede contarme historias ni charlar acerca de los recuerdos que tenemos en común. Las tardes aquí se han vuelvo muy aburridas sin nadie con quién hablar.

Agarro mi abrigo de la silla que tengo a mi costado, me envuelvo en mi bufanda y salgo metiendo mis pies en un charco de lodo. Afortunadamente la pierna ya no me duele tanto para caminar, pero me da ciertas puntadas de vez en cuando siempre que la fuerzo mucho.

El camino al pueblo se me hace infinito. No hay segundo que deje de extrañar a Yoongi y siempre que estoy a solas esa necesidad se hace más insoportable. Lo extraño. Lo necesito.

- Hola señor Chwa – saludo apenas entro al almacén. No tiene muchas cosas como en la ciudad, pero tiene lo necesario para hacer una buena sopa caliente.

- Hola Park – saluda concentrado en el televisor que tiene a sus espaldas – Se ha puesto muy frío por aquí, ¿no crees? Debería ir por más leña.

- Sí – digo cogiendo algunos tomates – Las noches a veces se vuelven una tortura si no tienes algo caliente cerca.

Las noches son una tortura para papá y para mí, pero no tiene nada que ver con el intenso frío que cae por el pueblo.

Cuando tengo todo lo necesario para volver con papá, camino hasta el mesón y dejo las cosas encima para pagarlas.

- Que aburrido – comenta cambiando los canales – Ya no hay programas que valgan la pena. Están todo el día con el tema del raperillo ese.

Mis monedas salen disparadas hasta el suelo apenas dice aquello.

Rápidamente me agacho para recogerlas – ¿A quién se refiere...?

Tengo miedo de su respuesta. Es como si algo se me hubiese atorado en la garganta de repente.

- No recuerdo su nombre, pero es el chico ese de rojo. El que tuvo una sobredosis.

No puede estar pasando.

No puede ser Yoongi.

- A-Acaso usted se refiere a... ¿AgustD...?

Mi corazón se detiene apenas digo su nombre y el hombre barrigón asiente.

Me falta el oxígeno y me duele el pecho como si me hubiera atravesado una bala por el pulmón. Debe ser una broma.

HATED FAME | YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora