Treinta y cuatro

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- Y -

Cuando busco a Jimin, no está en la cama. No sé qué hora es, pero el sol brilla levemente y atraviesa las ventanas desnudas como si me obligara a despertarme.

Hoy nos iremos a Hannuk acompañados del par de idiotas, así que no espero para nada que este viaje sea sereno y silencioso.

Esta noche he dormido fatal, y Jimin no dejaba de moverse y de dar vueltas en la cama como un pez fuera del agua. Está tan emocionado por pasar las fiestas con su madre que imagino le costó pegar un ojo por la noche. Estoy feliz porque él lo está, pero parte de mí se mantiene un poco triste como todos los años. Siempre es así, todos los años mamá y papá envían una postal desde alguna parte del mundo deseándonos una feliz navidad y eso es todo. No hay abrazos, no hay regalos a media noche, no hay cena de navidad, pavo relleno, ni brindis al lado de la chimenea. Todas esas cosas que aparecen en las películas están muy lejos de ser mi realidad.

Estiro mis brazos camino al baño. Jimin ya se ha dado una ducha porque el espejo sigue empañado y su neceser está guardado con cuidado en el armario del baño.

Luego de una ducha, me visto y bajo a la cocina. La jarra del café sigue caliente y casi llena, una taza lavada descansa sobre la mesada, y un apetitoso muffin tiene mi nombre junto a un corazón.

Detalles como éstos son los que me alegran el día de golpe.

- ¿Kook? – me pego el teléfono a la oreja con el hombro mientras me sirvo un poco de café – ¿Ya estás despierto?

Su voz ajetreada me indica que sí.

- ¿Qué dices? Lo siento, ando en el centro comercial y no oigo muy bien. Dame un momento, no cortes.

El tiempo que se ausenta es el suficiente para servirme el café, sentarme en un taburete y comer el muffin que Jimin dejó para mí. Sabe delicioso.

- ¿Hola? Ahora sí. No te escuchaba bien.

- ¿Estás de compras a ultima hora? – ruedo los ojos.

- Sí, para mí – ríe con la vocecilla de una mujer ofrecer muestras de perfumes de fondo – Es un nuevo videojuego que acaba de salir al mercado. Le compré uno a Youl también. Es el regalo perfecto para ese idiota.

- Hablando de regalos ¿Ya hablaste con tu padre?

- Sí. No te preocupes por eso, lo tiene reservado para ti.

- Ah, que bien – suspiro – Era el último que tenían ¿no?

- Sí, los demás ya consiguieron una familia.

- Perfecto.

(...)

- J -

Son las cinco de la tarde y nuevamente hay un caos en la cocina.

- Taehyung, ¿tú crees que alguien se comerá esa cosa? – Yoongi señala los trozos de cebolla sobre la tabla de cortar. Son trozos inmensamente gigantes.

- Lo siento – lloriquea con los ojos rojos – Mis lágrimas no me dejan ver.

- Cielo, yo lo hago – dice mamá alejándolo de la cebolla – Les dije que me dejaran la cena a mí.

- Pero yo quiero ayudar – protesta Yoongi cortando fresas.

- ¡Pero si te estás comiendo todas las fresas! – le acusa su hermano.

- Silencio, llorón.

- Jimin te hablan.

Fulmino con la mirada al moreno que me devuelve una sonrisa cuadrada y continúo con mi trabajo rellenando el biscocho del pastel.

HATED FAME | YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora