Prólogo

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Él no debería de estar haciendo esto. Tenía una esposa y un reciente hijo. Entonces, ¿Por qué besaba a una mujer que no era Selina Kyle?. Estaba confundido y enojado consigo mismo. Sabía que se comportaba como un idiota, traicionando la confianza y amor de su familia. Pero aún así, no podía dejar de besar aquella mujer de cabello negro que se pegaba a su cuerpo y rasgaba su ropa con placer. 

Bruce sin romper el contacto con sus labios, la dirigió a la habitación con urgencia. Él deseaba más que nunca poder concluir lo que habían empezado una vez que se presentaron en la recepción de la subasta. 

Bruce aflojó su corbata azul con rapidez al toparse contra la base de la cama, tirando el accesorio a alguna parte de la oscura habitación. El miró con asombro la belleza de la mujer que tenía a escasos centímetros de su cuerpo. De pronto, cuando la contempló en silencio pareció como si todos los elementos que se encontraban a su alrededor, se unieran solo para regalarle la maravillosa imagen que se proyectaba delante de él. 

La luz de la luna infiltrándose por la ventana de cristal en su cuarto del hotel, caía sobre los hombros desnudos de la mujer, haciendo que su cabello lacio y negro brillará con la misma intensidad que el carbón podía lograr. 

Toda la noche había sido calurosa. Las copas frías que bebió en la subasta que organizó el alcalde de Gotham, refrescaron su garganta como nunca antes lo habían hecho. Provocaron una sensación de relajación que permitió de algún modo, flotar por encima de los problemas que continuamente lo rodeaba al ser el héroe de su oscura isla. Y estar ahí de nuevo besando a esa mujer, solo provocaba que las puertas del cielo se vieran más cerca y las responsabilidades más lejos. 

—Esto está mal. Yo no debería de estar haciendo esto—dijo Bruce alejándose, rompiendo el desesperado beso en el que se encontraba envuelto.

No entendía cómo había llegado hasta ese punto, cuando la agradable conversación que tenían con la mujer cesó, solo para dar paso a una habitación en donde fueran ellos dos.

Esa tarde Bruce dejó su trabajo en Wayne Enterprises solo para ir a comer a la mansión en compañía de su esposa Selina y su reciente hijo adoptivo Dick Grayson. El niño de tres años todavía no se había adaptado del todo a su nueva vida. Bruce podía notar fácilmente como el niño ponía un margen entre ellos. Y lo que más había deseado Bruce en esas semanas, era que esa restricción fuera desapareciendo, por ello, últimamente trataba de alejarse del trabajo solo para ir a casa y lograrlo.

Cuando en esa mañana recibió una llamada por parte de la secretaría del alcalde, su respuesta inmediata fue rechazar la invitación. Su plan para ese viernes era solo una tranquila cena familiar, mientras disfrutaban todos juntos una película. Pero todo eso cambió al pasar unas horas, al descubrir cómo un importante jefe del departamento de seguridad de Metrópolis se presentaría como invitado especial en la subasta. Y él vio la oportunidad. La ocasión daba todo lo necesario para proporcionar a Gotham un equipo de seguridad que permitiera disminuir la reciente ola de violencia que volvía a nacer ante los meses de reincorporación, luego de que la ciudad volviera a formar parte del exterior ante el suceso que las bombas de Jeremahia Valeska dejaron.

Al notar como la mujer de nuevo intentaba besarlo, Bruce colocó una mano en su hombro para evitar que se acercara más. El necesitaba un momento para aclarar su mente. El no podía romper de pronto la confianza que tenía con Selina solo por una noche de pasión. No cuando la amaba y estaban comenzando una familia juntos. No después de tanto dolor y tragedia vividos en los últimos años. 

El necesitaba aire fresco que le permitiera respirar con normalidad y dejar atrás esos equivocados deseos. 

Bruce intentó caminar al balcón de la habitación para obtenerlo, pero entonces ella lo detuvo rodeando con la mano, su muñeca. Bruce la observó. Ella le obsequió una mirada divertida, algo en su personalidad o rasgos resultaba extremadamente familiar, aunque no lo suficiente para lograr descifrarlo de inmediato.

—No. No lo está—dijo la mujer cuyo nombre Bruce no puede recordar—Solo relájate, cariño. 

Ella se alejó solo un poco llevando ambas manos hacía detrás de su  cuello, solo bastó un segundo para que el llamativo vestido rojo que captó la atención de Bruce en la subasta, cayera en un montón de tela lisa que llegó hasta los pies de la mujer, exponiendo por completo su cuerpo desnudo. 

Ella cerró el espacio que los separaba, acariciando de nuevo la piel expuesta de Bruce. De pronto él se liberó de esa presión que se había instalado en su cuerpo, tomando por primera vez la iniciativa de besarla, continuando con su retroceso hasta caer sobre el suave colchón, con el peso extra de la mujer que no dejaba de romper contacto con su labios. 

Ella Siempre Me Odiara-Selina Y Bruce (Batcat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora