Ella Siempre Me Odiara-Selina Y Bruce (Batcat)

Capítulo 8

—Bueno, llegamos—dijo Dick estacionando él auto fuera del bar, contemplando con curiosidad la fachada luminosa del establecimiento que se escondía entre viejos edificios en el centro de la ciudad—¿Algún plan antes de entrar?.

—¿Plan?. No lo creo, no somos niños jugando a ser detectives— respondió Damián sacando de pronto una navaja del pantalón—Yo digo que vayamos directo contra el encargado Lawrence y busquemos respuestas. Rápido y sencillo.

Balancio la navaja con habilidad entre los dedos y miró con diversión el lugar, como si su siguiente paso fuera quemarlo. Dick de pronto reaccionó antes las acciones que quería llevar Damián una vez que entrarán al bar, con un movimiento rápido le arrebato el filo de la mano.

—No vamos atacar a nadie—señaló el establecimiento, lanzando la navaja a la parte trasera del automóvil—Ese no es el plan Damián.

—¡¿De qué plan hablas?!. Nunca acordamos ningún plan—respondió molestó Damián volviéndose hacía él en su asiento—Estamos a punto de entrar a unos de los lugares más peligroso de Gotham, necesitamos algo con que defendernos en caso de que algo salga mal. Lo cual estoy seguro que sucederá una vez que entremos. Son delincuentes Dick, no van a tratarnos como niños.

Dick negó con la cabeza, y se dejó caer en el asiento queriendo soltar un gritó de frustración ante la terquedad de Damián. Había sido una mala idea que lo dejara acompañar, la peor idea posible que Barbara había tenido en un largo tiempo.

—¡No!. No lo harás—dijo decidido, mirando con autoridad a su acompañante, haciendo aún lado cualquier intención que Damián quería llevar una vez que entrarán a buscar respuestas—No entraras como un pequeño tornado a causar problemas. Recuerda... Esta fue mi idea y por lo tanto yo pongo las reglas. Y si no estas de acuerdo, puedes esperarme aquí.

Señaló molesto el interior del automóvil de su padre. Dick contempló a Damián por un segundo esperando una réplica, un ataque de ira o incluso un insulto que nunca llegó. Parecía que habían llegado a un acuerdo silencioso.

—Bien—fue lo único que respondió. Dick no espero más y salió del automóvil, escuchando como Damián lo seguía unos pasos por detrás.

Dick entró y escaneo rápido el interior del bar. Quince mesas redondas exparciendo por lo lados del establecimiento, cada una de ellas con grupos de personas que bebían y platicaba mientras que otras jugaban cartas. Tan pronto como fueron avanzando hacía la barra del fondo, sintió como las miradas aumentaban a su espalda. El intenso olor de humo y alcohol se añadía con intensidad en el lugar, molestándolo un poco. Los ojos de Dick recorrieron a los clientes, localizando sin sorpresa en la mayoría de ellos algún tipo de arma.

—¿Se les perdió su mamá niños?—preguntó el barman cuando los vio acercarse.

El hombre los miró pensativamente con los brazos cruzados y la cabeza inclinada esperando una respuesta. Dick recordó entonces bajo esa peligrosa mirada, cual era su misión al estar en ese lugar, se aclaró la garganta y habló fuerte y claro con total seguridad.

—Estamos buscando al señor Lawrence. Tenemos un par de preguntas que hacerle.

—¿Qué clase de preguntas podrían tener dos niños para él señor?—preguntó inclinándose más sobre la barra.

—Preguntas que sólo el señor puede responder—habló de nuevo Damián con ese particular tono molesto en su voz, mientras tomaba asiento en la barra y extendía la mano para robar algunas semillas—Entonces... Esta el jefe disponible o tenemos que seguir perdido el tiempo hablando con el sirviente.

Se llevó un puño de semillas a la boca y comió con lentitud. Dick miró a ambos. El hombre parecía como todos querer golpear a Damián.

—Solo queremos saber si vio a Selina Kyle en las últimas dos semanas—intervino Dick con pose recta, sintiéndose confiando ante el adulto. Necesitaba rápido respuestas, no tenía tiempo para que Damián siguiera llamando la atención de las personas que los rodeaba. Al ver cómo el hombre no parecía tener la intención de hablar, Dick deslizó la mano a su bolsillo para sacar el dinero que tomó del estudio de su padre, podía ver la sorpresa de Damián cuando estiró la faja de dinero a dirección del hombre—Tal vez podamos llegar a un precio.