XIV. Stone Cold

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A Yuuki siempre le había parecido maravilloso como los montes tomaban distintas tonalidades en otoño. Japón parecía ser un lugar completamente distinto en cada época del año y los alrededores de la mansión Kuran no eran la excepción. Los amarillos y rojos se habían apoderado de los jardines y sentía la nostalgia de pies a cabeza.

Zero siempre parecía brillar en otoño, las tonalidades de los árboles resaltaban su fría belleza. Era irónico cómo el otoño (época relacionada con la muerte) era representado por colores tan cálidos y llenos de vida. Por esos días su hermano adoptivo solía disfrutar de los paseos en el pueblo tras las clases. No perdía oportunidad para correr por su Mokachino doble en la cafetería que se encontraba a un costado del teatro, lugar que también frecuentaba cuando sus bandas favoritas hacían una breve parada en el lugar. Ahora todos aquellos momentos que no había valorado parecían muy lejanos, se habían diluido durante el verano.

-¿Yuuki-sama?- La voz de Rima la sacó de sus pensamientos

-¿Es ya la hora de entrenar con Shiki?- La vampira negó con la cabeza. Se acercó lentamente para acomodar la trenza que la menor lucía en su largo cabello. A juicio de la noble Yuki siempre había sido bella pero sus facciones habían destacado con la transformación y ahí, con el paisaje otoñar de fondo y aquel vestido color crema, lucía etérea.

-Ichijo-senpai desea hablar con usted- La sangre pura asintió dedicándole una sonrisa amable.

-No es necesario que seas tan formal si no hay visitas cerca- La peli naranja respondió con una leve reverencia escoltando a la menor hacia el estudio donde Takuma se encontraba esperándoles.

-Rima, por favor déjanos solos- La sangre pura se acercó al noble tomando asiento frente a él, mientras con la mirada le daba permiso a la vampira para retirarse.

-¿Qué ha sucedido? ¿Hay noticias de onii-sama?- El rubio le tendió una carta. El sello de la familia Kuran en el sobre confirmaba que aquel trozo de papel había estado en manos de su hermano.

-Escucha Yuuki- Ichijo era de las pocas personas que se había acostumbrado a llamarla por su nombre, tal como ella lo había solicitado -Kaname ha enviado esa carta especialmente para ti solo tú puedes deshacer el sello. Por lo tanto, su contenido debe ser muy especial... Ahora sabes por tu formación con Aido que una monarca debe ser cautelosa y con toda la situación de Kiryuu y Hellsing...- Yuuki comprendía. Si Kaname había sellado la carta especialmente para ella, era porque nadie debía saber su contenido.

-Si vas a abrirla, debes ser capaz de tomar decisiones- Los ojos del noble le miraban amablemente, transmitiéndole la sensación de que el chico se apiadaba en cierta forma de la vida que ella había elegido -Esas decisiones pueden ser muy difíciles de llevar a cabo Yuuki. Esta es una carta que no le entrego a la hermana de mi mejor amigo, se la estoy entregando a la princesa Kuran... y la futura Reina debe lidiar con mucho peso para proteger a aquellos que ama-

-¿Por qué me dices todo esto Takuma? ¿Kaname te ha dicho algo?- El rubio negó con su cabeza.

-Solo tengo un presentimiento, uno que me dice que será necesario que tomes responsabilidades más pronto de lo que esperábamos- No había un rastro de mentira en su semblante, Kaname no le había dicho nada.

El azabache se había limitado los últimos dos días en reportarse como habían acordado para hacerle saber que estaba bien y que la situación de Zero permanecía sin mayores cambios. Sin embargo, Takuma le percibía apagado, en el fondo de su corazón comenzaba a sentir que el joven cazador realmente no saldría bien parado de la situación y que por ello su amigo no volvería a ser el mismo.

-Te dejare sola para que puedas leerla-

Cuando Takuma hizo su salida de la habitación, la castaña se dedicó por unos minutos a examinar el sobre con mayor detenimiento. Su nombre era lo único legible, ninguna dirección había sido escrita. Aún podía sentir el leve aroma de Kaname en el papel. Extrañaba a su hermano, no habían hablado por poco más de mes y medio, no recordaba haber pasado tanto tiempo sin dirigirle la palabra. Sin embargo, su traición seguía doliendo. Sus dedos temblaron al romper el sello de la familia. Con cuidado extendió el papel frente a sus ojos.

Till the sun sets in the east (KaZe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora