IV. Talking to the Moon

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El sonido de cosas romperse invadía la residencia de Kaien Cross quien con culpa intentaba (nerviosamente) servirse una taza de té para calmar su cuerpo tembloroso. Habían pasado ya seis semanas desde que su hijo se había desvanecido sin dejar rastro, aunque sinceramente no sabía si tenía el derecho de seguir llamándolo hijo.

Kaname había llegado en menos de las tres horas que había prometido y (luego de explicarle cómo habían ocurrido los eventos tras su partida de la academia) había subido a la habitación del peliplata, desde donde ahora provenía aquel ruido. Se imaginaba perfectamente lo que estaba sucediendo, después de todo, había sido un testigo silencioso de la extraña relación que el sangre pura había formado con Zero. Nunca quiso inmiscuirse, el cazador ya era lo suficientemente reservado y arisco como para acorralarle con interrogatorios de su vida sexual. Se había limitado simplemente a esperar que la relación de aquellos dos tomará un buen curso y que su hijo le hablase cuando se sintiese preparado. Ahora que miraba al pasado, no podía hacer más que lamentarse por la profunda pasividad que había adoptado en aquel y otros aspectos de la vida del ojivioleta.

El sonido cesó tan pronto como había comenzado, Kaname respiraba agitadamente. Había sido un estúpido, un imbécil, testarudo y egoísta. ¡Zero le había rogado que se quedase junto el! ¿Qué otra señal necesitaba para comprender la delicada situación emocional en la que se encontraba el peliplata? Zero en sus propios cabales jamás le habría suplicado ¿Cómo había sido capaz de abandonarle? Se había dado excusas a si mismo para convencerse de que hacia lo correcto cuando no había hecho otra cosa más que tomar decisiones estúpidas desde hace de dos años.

Debería haberle dicho que lo amaba, pero había terminado de comprender sus sentimientos cuando ya le había perdido del todo. Debería haberle protegido a él y a su hermano, debería haberlo privilegiado por sobre toda la mierda de la sociedad que le rodeaba. Jamás debería haber continuado con el compromiso con Yuuki. Era una soberana estupidez (y él se jactaba de no ser un soberano estúpido), casarse con una mujer que no amaba por cumplir un compromiso que se había autoimpuesto. Dañar a la persona que le quitaba el sueño por tener miedo de arruinarle la vida y con ello solo cagarla más...

Ahora lo único que tenía era aquella fotografía, no podía ser muy antigua. Seguramente Cross o la misma Yuuki la habían tomado poco después de que Ichiru se uniese a la academia. En ella estaba Zero y su hermano, con ropa de vestir, obviamente les habían forzado a posar juntos, pero aún así podía distinguir en la mirada de su expareja aquel atisbo de felicidad que le provocaba estar con su gemelo.

Tenía que enmendar las cosas, tenía que encontrar al peliplata y asegurarse de que se encontraba bien, a la mierda si lo perdonaba o no. Se conformaba con saber que estaba sano y salvo, tenía que decirle que lo amaba aunque le pusiera una bala en la cabeza. Ahora lo sabía: no podía retomar su vida después de dejarlo, porque ya no se imaginaba su vida sin él.

Tomo la foto y la guardo con cuidado en su saco. Se dedicó por un momento a observar las estrellas brillando en aquella oscura noche. Iba a encontrar a Kiryuu Zero y le diría que estaba total e irremediablemente enamorado de él.

 Iba a encontrar a Kiryuu Zero y le diría que estaba total e irremediablemente enamorado de él

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Till the sun sets in the east (KaZe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora