CAPÍTULO VII

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—Gracias.

Así fue como decidió interrumpir una escena que se estaba volviendo un poco incómoda. Aunque eso no quitaba la sinceridad de sus palabras, en serio estaba verdaderamente agradecido. Lo había sacado de una discusión que no iba a tener ningún fin bueno.

—No hay de que —dijo, sentándose en una banca y viendo como el otro le seguía a su lado—, era un completo idiota, no ibas a llegar a nada molestándote.

Le sonrió complacido, mostrando sus dientes, tranquilizando un poco, se le notaba bastante tenso. Rubén tenía varias dudas respecto al momento que había surgido hace unos instantes, más, era insolente preguntar. Quién era Vandal y porqué le ocasionó un cuadro de molestía grave, era una pregunta que llegaría en su momento su respuesta.

Por el otro lado Ricardo agradeció internamente el que no haya mencionado el tema. No estaba de humor para responder, y tampoco quería llorar. No frente a él.

—Te he estado buscando todo el día para hablar —sus manos jugueteando entre ellas—, pero ya tengo que ingresar a clase, llego un poco tarde.

—Tienes razón, yo tengo que regresar a mi casa.

El día era cálido, a pesar de que corrían pequeñas ventiscas a su alrededor. No había nubes acolchonadas, solo la estrella rey era el centro de atención.

—Bueno, ojalá podamos hablar otro día —dijo despidiéndose y tendiendo la mano a su contrario, con la esperanza de que fuera correspondido.

Para su agrado, fue así. Y en cuanto ambas manos se tocaron hubo una ligera sensación de complacencia. Se había sentido bien el contacto. Rubén lo miró a los ojos, aquellos misteriosos que la mayoría de veces estaban marchitos; los observó dándose cuenta de que eran diferentes. Estaban menos vacíos. Sonrió, soltando el agarre, bajo la mirada cautelosa se levantó del asiento y siguió su camino.

Ricardo observó cómo se iba, su silueta delgada, su cabello marrón. Volteó sin decir nada, sacudió su cabeza y dejó de pensar en él. Hoy había sido un día muy complicado, como todos últimamente. Solo esperaba a que llegará mañana y la paz que tanto anhelaba se hiciera presente.

Los sábados eran días especiales.

***

Se levantó entre cobijas, con los ojos humedecidos. Se quedó encima de la cama por unos cuantos minutos, esperando que el sueño se fuera por completo. Cuando fue así se levantó con algo de desgano, se fue al baño con losas blancas, y se cepillo allí dentro.

Su cuarto estaba desordenado, pero no había tiempo para tratar de arreglarlo. La nevera estaba algo vacía, pero dos tostadas de ayer y un café serían su desayuno. Observó la ventanilla mientras el agua hervía, los días se estaban haciendo cada vez más calurosos. El sol irradiaba por completo tras la ventana y la luz natural le chocaba bajo la piel.

Una vez habiendo comido se cambió y se peinó un poco. Agarró las llaves de su departamento y algo de dinero guardó en sus bolsillos. Bostezó aún con un poco de sueño y salió, cerrando la puerta lentamente y sin hacer ruido, sus vecinos aún dormían.

Caminó cabizbajo. Todos los sábados hacía lo mismo y el no se cansaba. Era algo que tenía que hacer, algo que le llenaba al menos un poco. Había decidido no tener clases ese día, para así poder brindarle más tiempo a lo que tenía que hacer. Siempre se levantaba temprano, era el mejor momento en el que podía ir, era el momento en que más pacífico se sentía.

Compró un ramo de flores cerca. Le gustaban los tulipanes y girasoles, sentía que ambos se veían bien juntos, aunque cuesten más que el resto de flores.

Su nariz roja por los nervios, sus piernas al fin tocaron el pasto y sonrió un poco. Sujetó los tallos más fuerte.

Estaba cerca.

Agarró su pantalón caminando un poco más despacio, observó al frente, sonriendo sincero y con los ojos vidriosos, sus labios cortados formaban una pequeña curva. Una ventisca efímera le desordenó levemente el cabello.

De un instante a otro se detuvo.

—Hola Vandal.

Dijo, mirando hacia abajo. La lápida rocosa con nombres inscritos yacía ahí, las flores de la semana pasada ya un poco marchitas decoraban el alrededor y el pasto le brindaba irónicamente algo de vida. También divisó otros ramos que él no había llevado. Seguro su madre estuvo ahí antes.

Se sentó en el verde, cruzando sus piernas. Agarró las flores que tenía y las intercambió por las otras, tratando con mucho esmero de que se vea bien, sin quitar las más recientes. Con cuidado limpió encima algunas hojas marchitas que caían muertas, y talló un poco con sus dedos el nombre inscrito.

—Han pasado muchas cosas está semana —dijo, sonriendo—, cada vez te recuerdo más. Quizá eso te alegre, siempre me acuerdo de ti —sus ojos se cristalizaron sin intención, ni se había percatado—, hay un chico que me recuerda a ti.

Se detuvo un poco para tragar saliva. Las gotas derramándose por su mejilla por fin pudo sentirlas.

—Cada vez que lo veo algo de él, hace que te sienta cerca —rió melancólico—, no te pongas celoso, eh. Siempre serás el único, solo quería decírtelo —se limpió las lágrimas—. Quisiera que estuvieras ahora conmigo.

Sus mente se nubló inesperadamente. Las personas que estaban visitando a otros familiares a su alrededor se hicieron invisibles. Solo estaba él delante de un chico que tan sólo era un recuerdo.

“—¿Porqué lloras Rich?

La delicada voz atormentó sus pensamientos.

—Estaba pensando en... Cosas.

Oyó la risa pequeña. Sintió una mano en su mandíbula, alzándose el rostro, acariciando segundos después sus mejillas.

—No me gusta verte llorar.

—Tengo miedo de que todo esto acabe —dijo Ricardo—, no sé, tengo un mal presentimiento.

Se sentó a su lado, poniendo su cabeza en el hombro del contrario. Mirando a la nada.

—¿Tranquilo sí? Nada nos va a pasar —sostuvo su mano— nada me pasará.”

Una mentira que amargaba. Pero no podía culparlo, le había creído en ese instante. Había dejado sus lágrimas atrás para solamente creer en sus palabras, porque sonaban tan verdaderas.

Y ahora arrodillado con desdicha, frente a tumba de aquel que amó, se dió cuenta que lo que sentía era nostálgia. Una enfermedad que te corrompe sin que  uno se de cuenta.

Un mal que te acecha cuando menos lo esperas.

Un sentimiento que aunque te cueste aceptarlo, llega.







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Capítulo dedicado a:

@Katara34df

Disculpen la demora, he tenido muchas cosas que hacer. Los quiero mucho en serio, el apoyo que están dando no se como agradecerlo

Pd: ¿Sabían que Vandal mide 1.80? YO LO VEIA COMO UN MINIOM ALV XD.





-Always in my heart. M.





Nostalgia [killerrich]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora