21; Noche estrellada

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“Despedirse”

Desde la tragedia que ocurrió en el pueblo de Karmaland, no habían vuelto a hablar y, honestamente, ni siquiera quería hacerlo.

Pero a estas alturas de la vida debería saber que el destino nunca escuchaba sus peticiones. Enfrente de el a sólo unos cuantos metros, estaba Luzu, de pie, mirándolo fijamente.

Se giro de inmediato para evitar su encuentro, pero el castaño fue más rápido. En cuestión de segundos ya estaba detrás de el, tomándolo del brazo izquierdo para impedir su escape.

—Auron, debemos hablar.

No, todavía no estaba listo para ver al mayor sin herirlo.

—Luzu, sueltame —fue su advertencia.

—Escucha, por favor, te lo ruego. Vamos a mi casa y hablemos...

Dio media vuelta y con brusquedad le soltó un puñetazo directo al rostro. La reacción no tardo, pues después de ese golpe vinieron muchos más, por parte de ambos. Gritos, lamentos, quejas y sangre, ¿en eso se había convertido su relación?

La pelea que parecía no tener fin, fue detenida al instante en que el castaño comenzó a llorar. El llanto no provenía de alguna dolencia física, y lo peor de todo es que Auron noto esto de inmediato. Noto como el corazón de Borja pedía a gritos clemencia.

Odiaba ver esa estúpida cara repleta de lágrimas, ¿y cómo no hacerlo? Alguna vez ese rostro fue acunado y besado infinidad de veces por el mismo. Alguna vez, cuando fueron pareja.

—Auron para, por favor, para...—rogaba entre sollozos.

No dio respuesta alguna. En silencio tomaron asiento en el frío pasto, sin dirigirse la mirada ni un segundo.

—No tienes idea de cuanto lo lamento, si hay alguna forma de...

—¿Pagarlo? No lo sé, quizá podrías empezar por las operaciones de Adan, ¿o qué tal las terapias de Mónica?

El tiempo se detuvo en un silencio fúnebre. Giro su rostro listo para enfrentar al mayor, pero la expresión de este lo dejo paralizado.

—¡Idiota! ¡¿Crees que yo quise lastimar a tu familia?! ¡Te recuerdo que Lana también estaba en ese estúpido búnker!

Su rostro, deformado entre el odio y la tristeza más profunda, lo contagio de esas amargas gotas de dolor.

Joder, por supuesto que sabía que Luzu no tenía la culpa, pero ¿cómo se acepta que una catástrofe como la del meteorito es algo que el universo simplemente decide? Necesitaba alguien a quien culpar, alguien con una presencia física a la cual golpear y juzgar hasta cansarse, no a los dioses que vivían tranquilamente en la infinidad del todo.

Por alguna razón, se echaron a reír al conectar sus miradas. Era causa de esa absurda alegría que surge al sentirse acompañado.

Se tomaron de las manos instintivamente al ver el enorme agujero negro que amenazaba con destruir lo que más amaban. El miedo los consumía. Protegieron su mirada en el inmenso azul del cielo repleto de estrellas.

Rieron, lloraron, odiaron y amaron. Todo en una noche que estaba llegando a su fin, al igual que su querido pueblo.

Al final, todo terminaría, pero ellos no querían despedirse.

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500 palabras

Luzuplay MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora