9 [Omegaverse]

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—Ya estoy en casa —anunció el alfa, tiró las llaves a un lado y soltó un frustrante suspiro

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—Ya estoy en casa —anunció el alfa, tiró las llaves a un lado y soltó un frustrante suspiro.

Odiaba ocultarle cosas a Jensen, y este secreto en especial, lo estaba carcomiendo junto con la culpa.

No escuchó la respuesta de su omega, pero sí el sonido del agua fluyendo en la ducha y alguien moviéndose ahí. Tampoco había una cena preparada, lo cual ignoró, no tenía hambre.

No fue hasta que entró a su oficina que notó cosas raras.

Primero, el olor. Fuerte y dominante, lo hizo gruñir en su lugar. El olor a otro alfa casi le provocó una migraña, avanzó hacia su escritorio, en donde podía ver sus cosas claramente desordenadas. Algunos papeles en el piso, otros arrugados.

Olfateó alrededor, podía distinguir el olor de Jensen mejor que el suyo propio. También olía a sexo. Se tensó.

Jensen cogió con otro alfa en su oficina, encima de su maldito escritorio, y ni siquiera tuvo la decencia de limpiarlo para no dejar pruebas.

Aleksandr frunció el ceño, Jensen no era idiota, la única razón por la que dejó la oficina totalmente cerrada fue para que el olor no saliera. Si no se molestó en ordenar de nuevo su escritorio, al menos alzar los papeles, era porque quería que él viera el desorden. Si no limpió ciertos fluidos (que pertenecían al omega y a otra persona que no era él), era porque quería que él lo supiera.

Gruñó en voz alta y dio media vuelta para ir a buscar al idiota de su omega, que lo esperaba detrás de él, envuelto en una bata blanca y con el cabello mojado.

Se miraron con severidad por un minuto, Alek terminó cediendo, sintiendo que esa charla no iba a posponerse más.

—Iba a limpiarlo, pero luego quise ver cómo te pondrías al ver esto. —Jensen soltó una risa amarga.

—¿Y cómo quieres que me ponga?

—Así como ahora. Te mueres por gritarme y llorar porque te engañé, pero no lo haces porque estarías siendo hipócrita. —Su voz tembló al final, hacía frío y él seguía mojado por la ducha.

Alek cerró los ojos, miró al techo y suspiró. Expulsó aire por la nariz, de verdad que no toleraba el olor.

—¿Desde... cómo lo supiste? —No era capaz de mirar fijamente esos ojos verdes, los suyos propios estaban humedeciéndose.

—Mi laptop se quemó ¿recuerdas? Ese día quise usar WhatsApp web para descargar un documento. No cerraste sesión, ingeniero, y hubiese salido de ahí sin revisar nada porque confiaba tanto en ti, de no ser porque en ese mismo momento, estabas hablando con él. —Jensen paró para tomar aire, quería llorar—. Enviando fotos que me enviabas a mí después.

No iba a contarle sobre el lacerante dolor en su pecho, cómo se fue corriendo al baño a vomitar, que se sintió tan mareado que por un momento pensó que todo había sido una pesadilla.

Yuanfen 缘份Donde viven las historias. Descúbrelo ahora