Capítulo 14.

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Llegó hasta Alfheim trepando todos los árboles de su camino, saltando de rama en rama, y fue hasta la pequeña colina donde Eidar pasaba tiempo con sus medio hermanos. Vio algunos elfos arreglando cultivos y se asustaron al ver a Surtur tan agitado y enojado, pero él los ignoró. Se metió a la casa de Decius y Rance, no estaban. Recordó entonces que Caranthir debía estar castigándolos todavía y corrió hasta el castillo.

    —¡Larga vida a Su Alteza, Surtur Tyreson! —dijeron los guardias que cubrían las enormes puertas y le permitieron el paso.

    Recorrió cada pasillo del enorme lugar hasta llegar a las escaleras más grandes, vio a Carmelia bajando y cruzaron miradas sin ninguna intención amistosa.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó altanera, mirándolo de pies a cabeza.

    —¿Dónde están mi prometida y mi hijo? —preguntó agresivamente. Sabía bien que sus palabras le dolían.

    —Eidar no es hijo suyo, solo lo adoptaron.

    —¡Dime dónde están! —gritó y su voz sonó casi como un rugido gutural. Retumbó por el lugar.

    Carmelia se sorprendió al oírlo así, era la primera vez que la voz de Surtur sonaba tan agresiva y extraña, como si fuese más de una voz en su cuerpo. Él mantuvo la posición y se acercó a ella, subiendo las escaleras con pasos pesados. Ella apretó los labios y golpeó el escalón con sus zapatos.

    —Oficina del rey —murmuró.

    —Buena chica —dijo Surtur, pasando a su lado sin mirarla de nuevo.

    Caminó pocos pasos más hasta entrar sin pedir permiso, al abrir la puerta de la oficina se quedó quieto. En un rincón estaban los tres guerreros mirando el suelo en completo silencio y del otro lado, Elentari caminaba con cuatro libros sobre la cabeza y un elfo desconocido le tocaba la espalda, obligándola a pararse recta.

    Por unos momentos olvidó por completo la razón por la que estaba allí y apretó la mandíbula con rabia. Sintió un malestar en el pecho. ¿Por qué ese la estaba tocando?

    —Ella tiene una buena postura, ¿qué están haciendo? —preguntó tenso, viendo la mano del desconocido.

    —Me estoy divirtiendo —dijo Caranthir, apoyado contra su escritorio—. ¿Creíste que no la castigaría por ser mi hermana?

   Surtur entendió, pero de todas formas se acercó a su prometida y al elfo de piel grisácea.

   —Quita tu maldita mano ahora mismo —ordenó.

    Elentari se detuvo y volteó a verlo. Todos lo hicieron, incluso los tres guerreros que tenían la obligación de mirar el suelo varias horas. El elfo que estaba ayudando a Elentari se quedó quieto en el lugar y no retiró su mano. Con su mirada parecía desafiarlo.

    —Príncipe Surtur, Elentari tiene que aprender —dijo Caranthir, llamando su atención.

    —Me importa una mierda —dijo agresivo—. ¡Quita tu mano! —ordenó una vez más y sus ojos se hicieron dorados.

    Elentari se quitó los libros de la cabeza e intentó caminar hasta Surtur para tranquilizarlo y hacerle entender que no pasaba nada malo, pero cuando dio un paso el otro elfo la agarró del vestido.

    —Su Alteza, no debería mostrar sumisión. —dijo el elfo en voz baja.

    El rey se pasó una mano por la cara, la situación le parecía divertida, pero se preparó para intervenir en cuanto sea necesario. Incluso Eidar estaba tenso y tampoco le caía bien el elfo de saco azul y cabello ondulado. Rhys, ese era su nombre. Uno de los tantos maestros de etiqueta.

AL CAER LA LUNA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora