Capítulo 02.

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El viaje por Alfheim no fue tan sorprendente para los príncipes, debido a las veces que hicieron pequeños trabajos y algunas reuniones en ciertas zonas, pero aprendieron lo suficiente para entender que nunca debían enfurecer a elfos de Azkabblen. Eran, probablemente, los más irritables.

   Antes de viajar a Svartalfheim volvieron al castillo para hablar con Caranthir, les explicó a todos que se acercaban tiempos difíciles y terminó por contarles a los tres hermanos el incidente con Kalev. El padre de dicho elfo fue desterrado y condenado a vivir en el mar infinito de Midgard, donde sería comido por Jörmungandr.

   —Espero que el castigo de Harans les dé una valiosa lección, hijos míos. No deben amenazar a los míos jamás.

   —No somos hijos tuyos —dijo Decius sin pensar. Aclaró su garganta carraspeando y evitó mirar al rey—. Lo siento, Su Majestad. 

   —Si digo que son hijos míos entonces son hijos míos, aunque Elentari sea mi hermana y Eidar mi sobrino —dijo molesto—. ¿Tienen alguna pregunta más antes de largarse a Svartalfheim? Desde ya debo avisarles que el rey Tyre me devolvió el pergamino quemado, así que rechazó la idea de que estén pisando sus tierras. 

   —Descuida, puedo controlar la situación —dijo Surtur indiferente—. ¿Hay algún otro mundo que haya rechazado nuestra visita?

   —No, aunque Vanaheim y Asgard no dieron respuesta alguna, supongo que los dioses están muy ocupados como para leer que unos elfos quieren visitarlos en sus magníficos mundos celestiales —contestó.

   En cuanto la conversación se dio por finalizada, los elfos emprendieron su viaje al mundo de los elfos oscuros.

   —¿Estás bien? —preguntó Elentari en voz baja mientras pasaba su mano por el hombro de Surtur.

   —Claro.

   No quiso responder, pero Elentari no tenía la capacidad de verlo. Tener que volver a casa le dio inseguridad. Nunca le importó lo que los demás dökkálfar pensaran de él, pero si su padre daba la orden de asesinarlo pondría en peligro a su prometida y a Eidar. La última vez que pudo ver su hogar con respeto fue cuando salvó a Elentari; Alfheim en plena masacre y necesitaron refuerzos. El rey Tyre no quiso mandar a sus tropas, por lo que Surtur lo desafió y fue solo a dar su vida.

   Cuando los jotnar invadieron su hogar y fue a ayudarlos pudo sentir su dolor, una carga de tristeza y miedo profundo. Nunca experimentó tanto malestar como ese día. La vio llorar mientras defendía con todo su poder a su familia, a sus amigos y vio cómo quedó ciega. La culpa jamás lo abandonó, no pudo evitar lo que pasó.

   —Estás muy callado.

   —Estoy pensando en ti, cariño —admitió, tomando sus manos. Eidar los miró de reojo y suspiró—. Recuerdo cómo te conocí de verdad, cuando hablamos toda la noche después de tu recuperación.

   Se detuvo unos instantes cuando llegaron a la frontera que dividía sus mundos. Los guardias dvergar los apuntaron con sus lanzas, esperaron una explicación hasta que Surtur dio un paso al frente, hicieron una reverencia y les abrieron el paso. 

   Los enanos son traicioneros, así que los elfos no bajaron la guardia, ni los perdieron de vista hasta alejarse lo suficiente. Dentro de su mundo, Rance intentó buscar la primera taberna existente, pero Surtur lo detuvo antes de que pudiera entrar.

   —Recuerda en el territorio de quién estás, Rance. No me importa que disfrutes de ser un ebrio, aquí no deben tenerte en cuenta. Estamos a nada del reino de Tyre, si los rumores llegan a él es probable que mande a matarlos. ¿Quieres eso?

AL CAER LA LUNA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora