Capítulo 13.

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Los tres grandes guerreros de Alfheim agacharon la mirada al suelo cuando el Rey Blanco, Caranthir, empezó a retarlos por su falta de madurez y su mal comportamiento. El rey recibió una amenaza por parte de Laufey en cuanto los elfos fueron capturados, pero ella dejó en claro que no pensaba ser la primera en iniciar una guerra y los dejaría vivir si ellos no hacían algún movimiento sospechoso. Al final, Caranthir decidió dejarlos hundirse en Jötunheim para que aprendieran la lección.

   Junto a los guerreros, Elentari se mantuvo en frente de su hermana Carmelia; la princesa del medio sonreía con superioridad, como si su castigo fuera un beneficio adicional. La princesa más joven, parte de la aventura, asintió ante las palabras agresivas y furiosas del rey. En otro momento haría alguna broma o un teatro falso por sentirse mal siendo ciega, pero se quedó callada y fue una buena decisión. Caranthir era un hermano amoroso, pero un rey fácil de alterar.

    —¡Da gracias a que el heredero de Svartalfheim es tu prometido! —gritó viendo a su hermana— Puedo aceptar que Laufey me envíe su pergamino congelado y me dé una advertencia "sutil" porque invadieron su mundo, pero no voy a aceptar que los príncipes mediocres de Svartalfheim vengan a mi mundo a decirme que mis elfos han estado fraternizando con los gigantes.

    Esta vez su mirada fue a Eidar.

    —Ni siquiera sé cómo se enteraron ellos sobre lo que ustedes estuvieron haciendo, pero me lo dijeron y estoy enojado y decepcionado. Les pedí una sola cosa. ¡No, les ordené que no se metieran en ese mundo!

    —¡No lo hicimos a propósito! —gritó Elentari. El rey la miró con mala forma y Carmelia arqueó una ceja—. Nos caímos del Yggdrasil y terminamos atravesando la entrada de Jötunheim, intentamos irnos, no lo logramos. ¡Rance terminó en Asgard! ¡Da gracias a que no caímos en el Ginnungagap porque pudimos haber muerto!

    —¡Pudieron morir a manos de Laufey también! Es por eso que los estoy castigando, tienen la suerte de estar vivos. ¿Crees que me siento bien y conforme solo porque están aquí? ¡¿Crees que no me preocupé cuando Malevjörn y Ryndíh vinieron a mí?! —La voz del rey sonó más fuerte debido al eco del salón— Por el amor a Sunna y Máni, en nombre de las luces que iluminan nuestra vida, ¿por qué no me pediste ayuda? —murmuró y se acercó a su hermana menor— Los hubiese sacado...

    —Con todo respeto, Rey Blanco...

    Las palabras de Rance quedaron a medio camino porque Caranthir lo miró de la peor manera posible y sintió la obligación de quedarse callado. El rey fue claro con su castigo. Los tres guerreros debían permanecer cuatro horas de pie, mirando sus propias manos, en completo silencio y sin mirar nada más, sin moverse y sin poder ir al baño o comer algo, ni tomar agua.

   —¿Cómo castigarás a Elentari? —preguntó Carmelia, sonriendo y cruzó los brazos— La irresponsabilidad debe pagarse caro y más si es una princesa de nuestro linaje la que comete errores.

    Elentari apretó la mandíbula y reprimió las ganas de lanzarse sobre Carmelia, tiempo atrás ignoraría cada una de sus palabras, mas no era buen momento para escucharla. Caranthir sí fue capaz de ignorar las palabras de Carmelia, pero luego la miró unos segundos y asintió.

   —Entrenamiento de etiqueta y modales —dijo Caranthir finalmente.

   —¿Qué? —preguntaron las princesas al unísono.

    —Tu castigo. Nunca pasaste de la primera clase porque me rogaste que te sacara de ese entrenamiento, odias que te digan cómo sentarse, cómo hablar y reír, cómo comer o peinarse o vestirse, ¿no es así? Odias verte como una princesa delicada y recibir ayuda de la servidumbre —explicó serio—. Bien, ese es tu castigo. Aprenderás a comportarte como la princesa que la reina Idril siempre esperó que seas.

     Carmelia no pudo contener la risa al escuchar las palabras de su hermano, tal vez para otros no era un gran castigo, pero para Elentari sí. A diferencia de su hermana, no quiso complacer las actitudes de su madre y mucho menos se sometió para ser lo que ella esperó de sus hijas, para eso ya estaba Carmelia comiendo de su mano y obedeciendo todo sin conciencia propia. Elentari se imaginó a sí misma siendo vestida por otros y peinada de alguna forma ridícula, se imaginó sentándose de una manera incómoda y sonriendo con falsedad, una risa sutil, pero irritante y no le gustó nada. Ella era una elfo de arco, no de presencia. Abandonó el entrenamiento de etiqueta mucho antes de quedarse ciega y ahora iba a costarle el doble.

AL CAER LA LUNA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora