📖 CAPÍTULO - 07

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En otra circunstancia la pareja no habría tenido apuro en vestirse, en cambio, ahora al sentirse expuestos se arreglaron rápidamente, aunque impulsados por motivaciones diferentes; Connor pensando en irse pronto del lugar y Aiden necesitando estar "presentable" para impedir que Leo se marchara. Maldecía su suerte por ser encontrados en esa situación y justamente por quien podría resultar ser su segundo destinado.

Por otra parte, Aiden había sido lo único que el vampiro pudo pronunciar gracias al nudo que de repente se le formó en su garganta. Y es que descubrir que a quien escuchó gemir desde el pasillo era el chico con el que no podía dejar de fantasear y por el cual estaba prácticamente torturando su mente al no tener la certeza de si se trataba o no de su destinado, era bastante chocante. En fin, necesitaba recomponerse, no permitiría que lo vieran vulnerable.

—Wow, así que realmente te gusta que te follen —comentó finalmente con una sonrisa socarrona, viendo como el pelinegro terminaba de ponerse sus zapatos.

Aiden desconcertado por el descarado comentario y sin poder ver al vampiro por la vergüenza que de pronto lo invadió, observó a Connor en su lugar, el cual se encontraba con su ceño fruncido por lo molesto que le estaba resultando el recién llegado.

Leo no quería ofenderlo, realmente no tenía motivos para hacerlo, pero le molestó que el pelinegro fuera el causante de ese pesado sentimiento de frustración y angustia, desquitándose siendo hiriente con él, pese a que una vocecita en su cabeza le gritaba que no era buena idea, sobre todo al estar el león presente, aunque no era como que le tuviera miedo, más prefería ahorrarse posibles peleas.

—No te permito que le hables así a mi pareja —dijo Connor con voz de mando acercándose a él.

—A ver, yo no necesito que me permitas nada —respondió Leo apretando los dientes y dando unos pasos más para confrontar al león.

—¡Ya basta! ¡No discutan! —exclamó Aiden, haciendo que ambos giraran hacía él—. Sinceramente odio que nos hayas encontrado en una situación tan comprometedora y... embarazosa. Sin embargo, me ahorraste el trabajo de seguirte buscando.

—¡¿Buscando?! —preguntaron Leo y Connor al unísono. El vampiro apuntándose a sí mismo con asombro y el león con evidente molestia.

—¡Sí, lo buscaba! ¡Te buscaba! ¡Por todos los dioses! ¿Es necesario repetir todo?

—¿Y se puede saber para qué? —preguntó Leo.

—Sí, yo también quiero saber —agregó Connor, cruzándose de brazos.

—Bueno, en realidad no es que haya estado buscando específicamente a Leo —respondió Aiden—. Más bien, estaba buscando al dueño del aroma de rosas y menta, que por casualidad resultó ser este vampiro —concluyó señalando a Leo con ambas manos.

—Y ¿por qué buscabas al dueño de ese aroma? —preguntó el mayor.

—Escuchen, necesito hablar con ambos de algo realmente importante, pero con calma. ¿Podríamos quedarnos a hablar o ponernos de acuerdo para juntarnos y aclarar todo?

—Me encantaría poder quedarme y como dijiste, aclarar esto lo antes posible, pero debo volver a mi casa —dijo Leo sobando su mano por la parte posterior de su cuello—. Tengo que entregarle unos documentos a mi papá y ya se me ha hecho tarde.

—Yo también quiero saber lo antes posible de que se trata lo que nos tienes que contar, Aiden, pero tendrá que ser en otro momento, este chupasangre ya dijo que no se puede quedar y creo que nosotros deberíamos volver para poder asearnos —concordó el mayor. Se sentía celoso, no entendía porque SU lobito andaba buscando a otro chico. Sabía por medio de su vínculo que el pelinegro había captado su enojo, pero deseaba molestarlo y de paso recalcar que él era suyo—. Dudo que estés muy cómodo con mi semilla dentro de ti.

Dos lazos para un híbridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora