📖 CAPÍTULO - 41

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El sábado por la mañana, Connor y Leo despertaron aun en la sala de estar, puesto que cada uno había tomado un lugar del sofá en forma de L, coincidiendo sus cabezas en la esquina de este y no les fue para nada agradable despertarse con un cabezazo.

—¡Por la...! ¡¿Puedes tener más cuidado?! —reclamó furioso el vampiro, enderezándose.

—¡Oh cállate! ¡Tú fuiste el que se hizo hacia arriba! —refutó el león copiando la acción.

—Veo que ya despertaron —dijo Aiden aguantando la risa, lo que hizo que ambos chicos voltearan a verlo aún desorientados, hasta que cayeron en cuenta de lo sucedido el día anterior—. Vengan a desayunar conmigo.

Leo de inmediato se puso de pie y fue junto al pelinegro, en cambio, Connor se quedó estirando en el sofá al igual que un gran y perezoso gato.

—¿No crees que te pasaste un poco ayer? —preguntó el vampiro quitándole de las manos la tostada que Aiden estaba a punto de llevarse a la boca, susurrando un me muero de hambre, por lo que el pelinegro supuso que luego de desayunar Leo querría beber un poco de su sangre para quedar totalmente satisfecho.

—Para nada, encuentro que fue un castigo justo. Si bien pude controlar mis arranques de calor estando en el colegio, ustedes solo me lo pusieron más difícil con sus toqueteos inapropiados.

—Solo fueron unas carisias traviesas —dijo Connor dándole un sonoro beso en la mejilla—. Aunque lo que nos hiciste ayer fue sorprendente, pero era frustrante no poder moverme, me hacía sentir vulnerable... No sabría describir lo que sentí en realidad.

—Estoy de acuerdo con Connor. A todo esto... ¿Cómo aprendiste a hacer esas cosas? Quiero decir, en la mañana ni siquiera eras capaz de ocultar tus cuernos.

Aiden infló sus mejillas haciendo puchero por el comentario del vampiro y cuando vio que este solo se encogía de hombros dándole una sonrisa tonta mostrando sus dientes, se dispuso a contarles todo lo pasado la tarde anterior, desde que obtuvo el libro que le regalo el director, hasta las practicas que había realizado en la plaza y sobre las inocentes personas que sin querer resultaron ser sus conejillos de indias.

—No creo que sea muy bueno que practiques en cualquier extraño, bebé. Sin embargo, me parece excelente que obtuvieras otra ayuda, podrías llevarlo hoy para mostrárselo a tu tío —comentó el león devorando la cena que el menor les tenía guardada.

—Ahora que lo mencionas, mi padre me llamó hace una hora, al parecer tus padres también los invitaron. A las doce debemos estar en tu casa, así que hagan lo que tengan que hacer, mis Amores, porque en una hora y media debemos salir —informó Aiden con una sonrisa un tanto forzada, que, si bien su objetivo era disimular su verdadero estado anímico, la mirada que le dieron sus destinados le dijo que no había dado resultado.

La noche anterior le había costado dormirse pensando en cómo reaccionaría su tío. Prendió incienso y le rezó a los Dioses para que todo saliera bien ese día. También les pidió a sus padres —Adrián y Marie—, que le dieran su apoyo desde donde estuvieran.

Sabía que la única forma de comunicarse con alguna de las almas que descansaban en el Santuario de la Ánimas era con la ayuda de un Medium, un tipo de Elfo que posee la facultad de la Mediumnidad, que una de las cosas que les permitía era comunicarse con espíritus. La idea de buscar uno había pasado muchas veces por su cabeza, pero no deseaba molestar a sus padres. Sin embargo, luego de hacer tan simple oración, sintió un cálido roce en su cabeza cuando ya estaba acostado, algo tan suave como una caricia, la cual le ayudo a descansar.

La siguiente hora y media pasó más rápido de lo que les habría gustado. El nerviosismo predominaba en Aiden, no obstante, Leo y Connor no se encontraban muy diferentes. Podía ser el pelinegro quien fuera a conocer a alguien de su familia que ni siquiera sabía que existía, pero ellos eran sus novios, por lo tanto, querían dar una buena impresión y que Arthur los encontrara dignos de ser los chicos que compartirían sus vidas con la de su sobrino.

Dos lazos para un híbridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora