📖 CAPÍTULO - 17

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Luego de la charla, los cuatro chicos estuvieron de acuerdo en que ya era hora de volver a clases, siendo así, se dirigieron a sus respectivos salones, pero con el plan de juntarse a las tres de la tarde en la salida del colegio para ir por algo de comer y pasar la tarde conociéndose un poco más.

Aiden, Leo y Trevor salían un cuarto para las tres y Connor a las tres, por lo que no sería tanto tiempo de espera.

Las clases transcurrieron normalmente a excepción de la primera a la que ingresaron, ya que tuvieron que dar explicaciones de por qué estuvieron ausentes en la clase anterior, dando como excusa que Aiden no se había estado sintiendo bien y tuvo que estar en el patio en su forma de lobo para calmarse. Agradecían que la profesora les creyó sin hacer más preguntas, pues si bien tenían pensado decir que estaban en la enfermería, primero, no habría sido necesario que Leo se quedara acompañándolo y segundo, la enfermera les habría entregado un pase de ingreso a clase, el cual obviamente no tenían.

Por otro lado, para ninguno de los demás alumnos pasó desapercibida la amistad que de pronto se formó entre ambos chicos tan diferentes. En especial dos pequeñas lechuzas las cuales observaban a los recién llegados con mucha curiosidad y que sin poder soportarlo se aproximaron lo más que pudieron a Aiden para preguntar.

—¿Me puedes explicar que hacías con el bombón de Leo Ridgley? —preguntó Iris. La menor de las gemelas Thompson y la más extrovertida. Ambas chicas tenían una apariencia muy peculiar, eran pequeñas y menudas, de cabello y tes tan blanca como la nieve, pero de ojos tan oscuros que se asemejaban a las piedras ónix—. No creas que me tragué esa excusa que le dieron a la profesora, yo tengo un don para estas cosas y se cuando alguien está mintiendo. ¿No que ese otro bomboncito de Connor es tu pareja? Y sí, después de unas cuantas veces por fin nos dimos cuenta de que él era el que te secuestraba cuando desaparecías de la nada. A todo esto, ¿por qué tú te quedas con todos los mas buenos? —terminó en un susurro y con voz de reproche.

—¡Iris, por los Dioses, respira! —exclamó Irina, siendo siempre la más centrada de las dos—. Cálmate, quieres. Estoy segura de que Aiden tiene una muy buena explicación para esto y deja de reclamar tonterías. ¿Quién no querría estar con este hermoso chico? En el curso, por lo menos la mitad de las chicas y los chicos babean por él.

—Eso lo dices porque tú ya tienes novio —dijo Iris entrecerrando los ojos—. En cambio, a mí no me dan ni la hora.

—Sabes que no es así, el problema es que eres muy exigente. En vez de fijarte en los sentimientos que te están ofreciendo, tu solo vez el exterior.

—Ya, ya, ya chicas. Saben que cuando empiezan a decirse ese tipo de cosas terminan enojadas —las interrumpió el pelinegro y ambas devolvieron su atención a él.

—Tienes razón, Aiden. Además, estábamos hablando de ti —concordó Irina—. ¿Nos contaras que pasó?

—Claro que les contaré, pero no aquí —respondió Aiden y se quedó pensando si a los demás chicos les molestaría que invitara a sus amigas para su salida en la tarde. Tomando en cuenta que ellas eran importantes para él y que después de todo se juntarían para conocerse, no le vio un mayor problema—. ¿Les gustaría venir en la tarde con nosotros a comer helado? Irán Leo, Connor, Trevor y Yo.

Ambas chicas se quedaron mirando y luego asintieron muy sonrientes a Aiden, así que con eso ya planeado, intentaron tomar nuevamente el ritmo de la clase.

Cuando llegó la hora acordada, Leo se acercó al puesto del pelinegro que estaba aún guardando sus cosas y en el momento en que este se pondría de pie, extendió su mano haciendo que Aiden tímidamente la tomara, quedando uno frente al otro.

Dos lazos para un híbridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora