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Habían pasado exactamente dos meses y una semana desde la última conversación que Ji Min y Jung Kook habían tenido. El azabache por fin estaba recuperado, no al cien por ciento, pero por lo menos podía levantarse de la cama sin mayores complicaciones.

Cada día que pasaba sin ver el rostro de Ji Min había sido una maldita agonía y a medida que iba pasando el tiempo, más se arrepentía de las palabras que le había dicho a su pequeño aquel día. Así que lo primero que hizo cuando pudo salir de su habitación fue buscar al castaño.

Jung Kook siempre pensó conocer mejor que nadie a Ji Min, pero nunca pensó que podría llegar a ser tan orgulloso. Sabía que el más bajo no le hablaría por un par de días, quizás una semana completa, pero nunca pensó que sería capaz de estar sin hablarle más de dos meses, eso es algo que definitivamente no se esperaba y si era honesto se sentía horriblemente culpable, porque quizás sus palabras habían herido más de lo que pensó al castaño.

Tenía miedo, sabía de antemano que Ji Min podía ser terriblemente arrebatado, pero por lo menos no habían llegado a sus oídos noticias de un nuevo compromiso o algo parecido, sabía que pronto se llevaría a cabo la boda de sus hermanos, pero no se decía nada acerca de su chico.

Iba cruzando el jardín, cuando a lo lejos vio una figura conocida. No pudo evitar sonreír en demasía cuando reconoció al chico que caminaba en su dirección.

—¡Kook! —a pesar de que no era común, abrazó con cariño a su antiguo amigo.

—¡Tae! —Jung Kook correspondió su abrazo, haciendo una mueca de dolor en el proceso— ¡Wow, pero que bien se te ve el uniforme! —se burló Jung Kook.

—Imbécil —le respondió Tae Hyung, riendo por el comentario de su viejo amigo— Lamentablemente no puedo decir lo mismo de ti —le dijo esta vez Tae Hyung, enfocándose mejor en el aspecto del azabache. —Diablos amigo... Pero ¿Qué te ocurrió?

—¿Tan deplorable es mi aspecto? —preguntó Jung Kook con gracia.

—¿Es que acaso estas enfermo? —indagó preocupado Tae.

—¿Nadie te ha dicho lo que ocurrió? —cuestionó el azabache, algo confundido.

—Aquí está todo muy diferente, se ven todos tristes. Nadie habla, es como si les hubieran comido la lengua los ratones —dijo Tae Hyung, con semblante cabizbajo— de hecho, no he podido ni ver a Ji Min.

—¿En serio? —preguntó Jung Kook, comenzando a preocuparse— Y... ¿Hace cuánto volviste?

—Hace como dos semanas. Pero definitivamente, esto está más cambiado de lo que recordaba ¡Nadie fue capaz de decirme como estabas!

—Quizás ha pasado algo grave... Tae, de verdad me alegra muchísimo que hayas vuelto, pero necesito buscar a Ji Min.

—Tranquilo... podemos hablar después. Mándale saludos de mi parte y ¡Dile que se dé un tiempo para venir a saludar a su antiguo amigo!

—Se lo diré —dijo Jung Kook, regalándole una sonrisa incomoda— nos vemos más tarde...

Y sin más, Jung Kook se dio media vuelta y se dirigió al palacio. Toda tenía un aspecto lúgubre y callado. El camino a la habitación de Ji Min fue silencioso y extrañamente incomodo, un mal presentimiento se instaló en su pecho.

Cuando estaba por llegar a su destino se encontró con Soo Jin, quien de inmediato lo detuvo, llevándolo a un lugar apartado. Jung Kook de inmediato supo que algo malo había pasado.

—Joven, usted no puede estar aquí.

—¿Por qué? Necesito hablar con Ji Min...

—Eso no va a ser posible —dijo la chica, con el semblante triste— el joven amo tiene prohibidas las visitas.

Three LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora